Capítulo 22: Tercera persona.

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Abrió la puerta de aquella habitación, entró: registrando su entorno rápidamente, mientras dejaba el par de mochilas escolares que llevaba, en la mesita a un lado de la puerta, se quitó su grueso y costoso abrigo, sus guantes y bufanda, buscando estar un poco más cómodo, el lugar estaba tranquilo y en silencio, no había nadie a la vista, lo cual le pareció comprensible, aún era de mañana y probablemente el rubio seguiría dormido, subió las escaleras para buscarlo en la habitación de arriba, entró y caminó hacia la cama, como lo esperó: se podía ver un bulto bajo la gruesa frazada, con suavidad tiró de ella, encontrándose una maraña de cabello rubio, tiró un poco más, dándose cuenta de que el kitsune estaba acostado de costado, de espaldas a él.

—Oe, Naruto..— Llamó moviéndo un poco su hombro, recibiendo como respuesta solo un pequeño gruñido de irritación.

—Dobe, despierta— Volvió a llamar, moviéndolo más y desarropándolo asta la cadera, estaba usando su pijama azul cielo de tela sedosa, de nuevo el menor solo gruñó.

—Párate ya..— Dijo tirando de la sábana, quitándosela de encima, entonces el kitsune se revolvió, dándose la vuelta, acostándose sobre su espalda y extendiéndose sobre la amplia cama, sin embargo; no despertó, el moreno suspiró con cansancio, no tenía tiempo ni paciencia para hacerla de despertador, nunca antes le había tocado despertar al menor y vaya que era difícil.

—¡¡Naruto!!— Gritó en su oído, el mencionado empujó el rostro del azabache con su mano, revolviéndose un poco más, pero aún sin despertar, el cuervo volvió a suspirar, preguntándose que tan tardado podía ser despertar al idiota, lo observó, su cabello estaba desarreglado, su rostro había vuelto a la serenidad de antes, la piel de su cuello estaba expuesta, en ella se notaban varias manchas de chupetones, la gran mayoría de los botones de su pijama estaban desabrochados, sus brazos con mangas estaban extendidos, una pequeña parte de su vientre se asomaba gracias a la pijama abierta, justo debajo estaba el borde del pantalón corto de pijama. Suavizó su mirada, se veía muy tranquilo, indefenso, violable...

—Naruto...— Susurró nuevamente, deslizando su mano desde el vientre del ojiazul asta su cuello, este no tuvo ninguna reacción, con lentitud bajó su mano, y volvió a subirla, esta vez por debajo de su ropa, acariciando su piel tostada, explorando a ciegas su torso, entonces el kitsune frunció un poco sus cejas y sus mejillas se tornaron de un rosa casi imperceptible, el azabache sabía que no iba a despertarlo fácilmente, así que decidió aprovechar, darse un poco el gusto, después de todo, si lo atacaba de repente podía lograr despertarlo.
Subió a la cama, se posicionó en medio de sus piernas, y las acomodó rodeando su cadera, comenzó quitando los únicos tres botones que estaban abrochados, abriéndole la pijama y exponiendo su cuerpo, agudizó su vista para no perderse de ningún detalle de lo que estaba a punto de hacer, por más que veía esa desnudez no se cansaba de ella, para su muy grande suerte; hacía frío, lo cual provocó que ese par de pezones se erizaran, sus ojos se llenaron de deseo, con lentitud subió sus manos por su cintura, pudo ver como el rostro del menor volvía a arrugarse, y su tono rojo aumentaba, se acercó y empezó a besarle el cuello, renovando las marcas que estaban por desaparecer, pellizcó sus botones con suavidad, y el rubio dio un suave suspiro, repartió besos por su pecho, para luego chupar su botón derecho, mientras su mano bajaba metiéndose en su pantalón, acariciando su entrepierna por encima de su ropa interior, los suspiros del kitsune se empezaron a escuchar más, claramente estaba sintiendo esas caricias y estaba respondiendo a ellas, volvió a pasear sus labios por su pecho, también mordiendo sutilmente.

—Mmh...aah.!— Prácticamente gimió; el cuervo se incorporó, viendo que el rubio aún dormía, pero estaba sonrojado, con una ligera expresión placentera, ante eso decidió apretar su entrepierna.

—Aaah!— Gimió claramente, el azabache pensó que era increíble que gimiera estando dormido, y se preguntó si acaso le estaba causando un sueño húmedo. Continuó con su travesura: esta vez tiró de su pantalón, con cuidado se lo quitó, lanzándolo por algún lugar del cuarto junto a su boxer, entonces notó que las pocas marcas que había dejado en la piel de sus piernas, prácticamente ya no estaban, flexionó sus rodillas, agachándose empezó a dejar marcas en sus muslos, avanzando cada vez más a su entrepierna, al llegar a ella; dio pequeños besos en su miembro y subió por su vientre asta su cuello, ahí; levantó la mirada, clavándola en esos labios rosados, apenas dio un suave beso en ellos, se levantó y observó ese miembro semiendurecido, lo acarició con dos dedos. No se dio cuenta cuando empezó a sudar, su cuerpo se había calentado demasiado, y su propio miembro estaba duro, palpitando a la espera de entrar en aquel lugar que lo trataba tan bien, embistió su erección contra aquella entrada expuesta.

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now