Capítulo 1: Comencemos otra vez.

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Ésta… es una historia muy común en realidad… no verás cosas maravillosas ni especiales aquí… Tampoco te emocionará ni te gustará tanto como piensas… Es… Muy común…

Todo esto comenzó cerca de las épocas de Navidad… Específicamente el 06 de diciembre… en aquella autopista en las afueras de la ciudad de Hirosaki en Japón, a las 5:13 a.m… Cierta familia iba viajando en su auto, de camino a su nueva casa, a su nuevo hogar… Un hombre alfa de cabello rubio, ojos azules y piel morena, iba manejando, viendo las luces fronterizas del coche que desviaban la oscuridad de la madrugada, a su lado iba sentada una mujer omega de cabello rojo y largo, ojos oscuros y piel blanca, esta luchaba por mantenerse completamente despierta, y a pesar de que en su mirada se veía lo cansada que estaba mantenía una tenue sonrisa, en un momento dado miró por el espejo retrovisor, en la parte trasera del auto iba sentado un chico, este veía a través de la ventana empañada, nada en especial pues no había nada más que oscuridad, y gracias a eso podía ver su reflejo a la perfección, su cara que se veía sin duda cansada, sus ojos tan azules, brillantes y grandes, su cabello ligeramente largo de color dorado, cada detalle de su rostro ya lo había inspeccionado un millar de veces y ya estaba algo fastidiado, además de que no estaba tan contento por ese viaje y ni siquiera podía dormir ya que nunca se había sentido cómodo dormir en un auto, así que solo se dispuso a esperar, al igual que sus padres, esperaban llegar pronto ya que llevaban viajando durante horas y la paciencia se estaba acabando para los tres, sobretodo par el rubio menor, sin embargo, para su suerte unas luces empezaron a verse a lo lejos, el menor cambió un poco su expresión, aquellas luces indicaban que ya habían llegado a esa nueva ciudad, la cual se veía claramente grande, sin duda la imagen que ofrecía ese lugar por la noche era muy hermosa, el cielo era especialmente oscuro en esa época del año, lo cual hacía a la ciudad deslumbrar más, ante eso el chico sonrió ligeramente, sentía como si la ciudad iluminada en aquella madrugada, compensara el estresante y cansado viaje, la mujer pelirroja miró por el espejo una vez más, sonrió al ver el rostro un poco más feliz de su hijo después de tantas horas…

—Bienvenido a Hirosaki, Naruto…— Le dijo la mujer sonriendo aún más, sonrisa que el ojiazul le devolvió inmediatamente, sin decir nada…

Una vez dentro de la ciudad, después de unos cuantos minutos más y gracias al GPS del coche pudieron encontrar su nueva casa, al tan solo llegar la familia bajó del automóvil frente a ese lugar, el menor la miró analizándola, se veía más humilde y pequeña que su antigua casa, aunque para una familia de tres personas era normal, ante eso sonrió más, sus padres habían cumplido su promesa, se fue a ellos para ayudarles a bajar las maletas del maletero, tomó una mochila y una maleta de ruedas, las cuales llevaban sus cosas, al abrir la puerta el menor fue el primero en entrar, tras un pasillo donde había unas escaleras, y un marco sin puerta, caminó a ese lugar dándose cuenta que era la sala, todo ya estaba arreglado, los muebles ya estaban en su lugar, de nuevo miró alrededor analizando, la cocina era separada por la sala solo por una barra, el comedor estaba dentro de la cocina y al lado contrario de toda la habitación había una pequeña estancia, con unas cuantas librerías llenas de estos objetos, además de unos cuantos adornos…

—¿Qué te parece Naru…?— Le preguntó su madre poniendo su mano en su hombro, el chico la miró sin expresión.

—Mamá, ¿Dónde está mi habitación?..— Le preguntó con simpleza, la pelirroja al notar lo cansado que estaba su hijo sonrió tiernamente.

—Está arriba, es la segunda puerta a la izquierda…— Respondió a la vez que se hacía a un lado para que el menor pasara, saliendo de la sala hacia las escaleras, con dificultad comenzó a subirlas con la incómoda y pesada maleta de ruedas, llegando por fin al segundo piso, sin encender la luz caminó por el pasillo buscando a tientas por la pared, pasó la primera puerta llegando a la segunda, la abrió y entró, había una ventana por la cual entraba la luz de uno de los faroles de afuera, gracias a eso podía ver la cama, así que sin prender la luz se quitó la mochila y la soltó dejándola caer en el suelo, sin titubeos se metió en la cama, arropándose de pies a cabeza acurrucado, demostrando que estaba cansado solo bastó unos minutos para que quedara rendido en los brazos de Morfeo…
Unas horas después ya cuando la luz del sol llevaba rato de haber salido y al ojiazul comenzaba a molestarle, asta entonces se despertó, perezosamente se revolvió bajo las sábanas sin querer levantarse, algo comprensible, después de todo se había dormido por la madrugada, pero al ver lo tarde que era gracias al reloj que había en el mueble al lado de su cama supo que ya tenía que levantarse, sin querer hacerlo salió de la cama arrastrándose, gateando por el suelo asta llegar a la mochila que había tirado sin interés, comenzando a buscar algo dentro de está, encontró su celular, de nuevo confirmó la hora, con pesar se paró del suelo, viendo a su alrededor y detallando esa habitación que a partir de ese momento sería suya, era grande, tenía un armario, un escritorio con una silla de oficina, al lado de la cama individual estaba ese pequeño mueble con un cajón y con una puertecita, al otro lado estaba esa ventana que más bien era un ventanal, y había una mesa de centro que en ese momento estaba pegada a la pared, además en el suelo había una alfombra azul, que abarcaba casi todo el cuarto, al analizarla de esa manera tan detallada parecía ser un lugar muy acogedor, más pequeña que su antigua habitación pero eso no le molestaba, al contrario, le gustaba bastante, claro que aún faltaban muchas cosas, algún adorno, fotos, libros, su ropa colgada en el armario, pero eso sería algo que ya arreglaría después.
Pensando en eso salió del cuarto mientras se tallaba los ojos, de nuevo miró el pasillo analizándolo, había un par de cuadros de flores y paisajes, al menor le hubiese gustado que hubiera fotos de él y su familia, pero acababan de mudarse, también sería algo que se arreglaría después, por curiosidad fue abriendo puerta por puerta para mirar dentro, así se dio cuenta de que habían tres habitaciones contando la suya, y un baño en el segundo piso, después bajó las escaleras hacia el primero, y de nuevo fue a la sala, de día pudo verla con más claridad, se veía muy elegante y acogedora, sin embargo también se dio cuenta de que no había visto a sus padres por ningún lado, y ahí tampoco se veían, con duda y curiosidad se acercó a la barra de la cocina, dándose cuenta de que en esta había una puerta, se acercó y la abrió, daba al exterior, a un patio trasero, al salir vio a su madre quien leía un libro sentada en una silla de hierro, al lado había una mesa y otras tres sillas, además todo esto estaba cubierto por la sombra de la casa.

—Buenos días bebé…— Dijo la mujer sonriendo al ver al kitsune, a pesar de que ya pasaba de medio día.

—…Hola mamá..— Le respondió acercándose a ella y jalando una silla para sentarse.

—¿Dónde está papá?— Volvió a preguntarle ya sentado.

—Se fue temprano hoy… Quería conocer su nueva oficina— Respondió sin perder su sonrisa.

—Oh, claro, jeje..— Dijo algo divertido, recordando que el rubio mayor estaba muy emocionado por eso.

—Jeje, Bueno, ¿Tienes hambre?— Preguntó la pelirroja, el rubio asintió repetidas veces, la mujer sonrió y dejó su lectura de lado, puso el libro sobre la mesa y se levantó, entrando de nuevo a la casa siendo seguida por el ojiazul.

—¡¡Itadakimasu!!— Dijo el chico juntando sus manos y sonriendo, ya que la mujer le extendió un plato con un par de sándwiches, comenzó a comer tranquilamente mientras la ojinegra lo veía sonriente.

—Oi, mamá…— Le habló el menor con un tono serio.

—Dime…— Le dijo de vuelta, sentándose a su lado en el comedor.

—Gracias por haber cumplido tu promesa…— Le dijo con una tenue sonrisa, la mujer lo miró por un momento para después sonreír otra vez.

—Si, no es nada Naru…— Dijo acariciándole el cabello, mientras el rubio volvía a comer.

—…Y espera a que veas tu nueva escuela.. ¡La amarás!— Volvió a decirle con alegría.
Unos minutos después, una vez que el menor terminó de comer, los dos se fueron a sentar en uno de los sofás de la sala, mientras la pelirroja buscaba algo, tecleando rápidamente en una laptop.

—Mira.. Aquí está..— Le dijo enseñándole el dispositivo, en una página escolar, el menor tomó el aparato y comenzó a ver las imágenes e información que decía el sitio web.

—Es la mejor escuela pública que encontré, no está muy lejos de aquí, tiene clubs escolares, eventos especiales y poco índice de reprobación, además de buenos maestros…— Explicó la pelirroja a la vez que el menor veía todo aquello, en un punto se detuvo a ver las imágenes de los uniformes, en su caso los de los hombres era un pantalón negro, una camisa escolar manga corta con una corbata, y como en todas las escuelas, solía cambiar según la estación del año, en esa época de invierno se le agregaba un chaleco cerrado amarillo y un saco negro.

—Minato pasará por tu uniforme y lo traerá hoy, y esas cajas tienen tus nuevos útiles escolares— Volvió a decir la mujer apuntando a un par de cajas al lado de la mesa de centro.

—Si… Esta escuela se ve muy bien, ttebayo…— Dijo el chico con una sonrisa.

—Si… Tú que no querías una escuela particular, esta es la mejor escuela pública que hay…— Dijo la mujer una vez más.

—Si.. Y te lo agradezco mucho…— Le dijo sonriente, recordando aquella promesa.. Sus padres era muy adinerados, prácticamente millonarios y podían pagar una escuela particular sin problemas, al igual que una casa más grande y lujosa, pero tanto el ojiazul como sus padres eran muy humildes, ellos mejor que nadie sabían lo que era la pobreza, sabían que no necesitaban una casa gigante para vivir, como lo era su antiguo hogar, tampoco necesitaban una escuela cara, si con una que prometiera ser segura y buena era suficiente, por eso la pelirroja y el rubio mayor le habían prometido a su hijo que vivirían normalmente sin tantos lujos como antes.

—¿Y sabes que es lo mejor bebé?— Preguntó con cariño, mientras el kitsune continuaba viendo imágenes de la escuela.

—¿Qué..?— Le preguntó en respuesta, con algo de interés.

—La Konoha High School, es una de las más respetadas ya que es tan segura que puede albergar a alfas, betas y omegas.. Puede mantenerlos juntos sin ningún problema, como pocas escuelas..— Dijo de manera nerviosa, mostrándole un artículo del a página… Ante eso el chico dejó de sonreír.

—Mamá… Te dije que no te preocuparas… Sabes que no soy un omega…— Dijo el chico con un hilo de tristeza y seriedad.

—Lo sé Naru, pero ya sabes: puede que un día de estos…—

—¡¡Me convierta en un omega de la noche a la mañana!!... ¡Claro que no… Soy un beta, entiende!— Interrumpió a la mujer, molesto y serio.

—Si… Lo siento bebé… Es una tontería mía…— Dijo la mujer sonriendo nerviosa.

—No, yo lo siento…— Dijo con decepción, disculpándose.

—No es nada… Mejor ve y arregla tus cosas que la escuela comenzará mañana..— Le dijo un poco comprensiva.

—¿¡Eh.. Ya!? ¿Tan rápido..?— Preguntó sorprendido.

—Si.. Lamento no dejarte descansar ni un día, pero las cosas se arreglaron para que entraras mañana…— Explicó nerviosa, el rubio suspiró con cansancio.

—Si… Ya que…— dijo saliendo de la página para después apagar la laptop.

—Ya, bebé… Solo irás por un par de semanas… Y después serán las vacaciones de invierno… No te preocupes..— Dijo acariciando su espalda, tratando de animarlo.

—Si.. Después de las vacaciones otro periodo de tres meses y luego… ¡La libertad..!— Dijo animado con algo de inspiración.

—Nop… Después la universidad..— Dijo la pelirroja riendo nerviosa, al ver que de nuevo el ojiazul se desanimaba.

—Jejeje.. Ya, ve…— Le dijo indicándole que fuera a arreglar sus cosas, el chico le hizo caso, tomó el par de cajas que estaban en el suelo y se dirigió a su habitación una ves más, estando ahí empezó a arreglar no sólo las cosas que ocuparía el día siguiente, sino también a guardar sus cosas, como su ropa en el armario, recuerdos en el escritorio, videojuegos en los cajones. Haciendo todo eso comenzó a pensar en aquello que su madre había dicho, ese tema que le molestaba… Desde los siete años que era desde que tenía memoria, cada persona nueva que conocía pensaba que él era un omega, ya que como siempre le decían: el olor que desprendía era demasiado fuerte para ser el de un simple beta, tan atrayente que era prácticamente imposible que no fuese un omega, sin embargo, él siempre se había considerado un beta, ya que a sus 18 años aún no despertaba el celo que se supone debió haber despertado si fuera un omega, y siempre le había molestado que le dijeran que lo era, no le parecía un insulto, ya que no tenía nada de malo ser un hombre omega, solo le molestaba el hecho de que cualquiera lo juzgara solo por su olor, ese tan fresco y dulce, que atraía a cualquiera, y que en más de una ocasión le causó problemas… Estando frente al ventanal de su cuarto pensaba en todo aquello, jamás sabía que pensar exactamente, no sabía si estar molesto, triste o feliz por no ser un omega, la mayoría de las veces evadía el tema, pero a veces se lo recordaban sus padres, a pesar de que ellos sabían que no le gustaba, después de pensarlo asta que oscureció lo dejó así, después de todo, no tenía mucho caso seguir pensando en eso, así salió de su habitación solo para cenar con sus padres, como solían hacerlo siempre, y después a dormir para estar bien descansado para el siguiente día…

A la mañana siguiente el kitsune estaba frente al espejo de la puerta del armario, viéndose a si mismo con el uniforme puesto, el pantalón, camisa de botones, corbata y un chaleco cerrado amarillo, no podía evitar estar nervioso, sería un nuevo lugar, nuevos maestros, nuevos compañeros, quizá nuevos amigos, sin duda algo que pondría inseguro a cualquiera, de esa manera bajó a desayunar, para después tomar su mochila y ponerse el saco del uniforme.

—Que tengas un día maravilloso bebé…— Le dijo su madre despidiéndolo en la puerta, con un beso en la frente.

—¿Éstas seguro que no quieres que te lleve?— Le preguntó el rubio mayor en la puerta también.

—No, gracias papá.. Lo último que quiero es que vean tu auto costoso…— Respondió bromeando.

—No se preocupen… Estudié bien el recorrido del metro, sé donde debo subir y bajar…— Aseguró el ojiazul sonriendo, sus padres asintieron y terminaron de despedirse de él, para dejarlo salir de la casa a su primer día de clases en su nueva ciudad, el menor seguía bastante nervioso, después de todo era la primera vez que caminaba por aquellas calles, aunque se veía que era una ciudad muy amistosa, y bien cuidada, así que se fue relajando bastante, fácilmente podía dejar que su padre lo llevara, pero también quería que si llegaba a tener amigos fuera porque les agradaba y querían estar con él, no sólo porque sabían que tenía dinero, no quería que se aprovecharan de él de esa manera, así que era mejor actuar normalmente y no llamar la atención llegando en un flamante auto caro, no se avergonzaba de ser rico, ni mucho menos, sólo quería ser una persona normal.
Después de un rato llegó a la estación del metro que no estaba muy lejos, y demostrando que sabía que hacer y a donde ir se subió al tren, ahí se relajó más, ya que dentro del vagón no hacía tanto frío como afuera, después de todo era invierno y era de mañana así que era normal, también dentro de ese lugar notó que había muchos estudiantes que portaban su mismo uniforme, y claro también chicas con el uniforme que vio en aquellas imágenes, que hacían juego con el suyo, después de un rato el metro se detuvo en otra estación donde sabía que se tenía que bajar, así que lo hizo al igual que los demás que estaban ahí, siguiéndolos un poco por fin llegó a la Konoha High School, se veía más grande e imponente que en las fotos, nervioso y emocionado entró, en busca del aula de clases que se le había indicado antes, al ir caminando por los pasillos se incómodo un poco, ya que sintió varias miradas a su alrededor, además de que cuando pasaba todos dejaban de hablar y se escuchaban solo murmullos, después de esa caminata encontró su salón, en el segundo piso, el aula de 3-B, nervioso se asomó, sin entrar, ya había muchas personas dentro, platicando entre ellos, así supo que sería algo difícil hacer amigos, pues seguramente todos ya se habían relacionado entre ellos, mientras pensaba en eso alguien tomó su hombro por la espalda, haciendo que se sobresaltara y volteara con temor, conteniendo un grito.

—Oh, lo siento… ¿Te asusté?— Preguntó un hombre de traje (sin saco), de cabello blanco parado y un cubre bocas, al verlo el menor se tranquilizó un poco, recuperando el aliento.

—Si… No se preocupe…— Le dijo el ojiazul aliviado, el hombre lo miró de pies a cabeza.

—Tú no eres de esta clase… Eres.. Naruto.. ¿Cierto?... El nuevo..— Le dijo el hombre analizando, el menor desvió la mirada y asintió, algo sorprendido de que ya supiera de su llegada.

—Mmh… De acuerdo… Espera aquí…— Indicó el hombre entrando al salón de clases, al momento que lo hizo todos se sentaron y se quedaron callados, para después levantarse y hacer una reverencia.

—¡¡Buenos días, profesor Kakashi!!— Se escuchó en el aula por parte de todos los alumnos.

—Buenos días jóvenes… Siéntense…— Indicó a los estudiantes quienes le hicieron caso.

—Hoy tenemos un compañero nuevo en esta clase…— Volvió a decir el peliplata estirando su brazo en dirección a la puerta, indicando al kitsune que entrara, este le hizo caso, tímidamente caminó asta él.

—Él es Naruto, él y su familia se acaban de mudar desde Tokyo… Espero que se lleven bien con él..— Dijo el hombre a sus estudiantes, para después mirar al rubio, indicando que se presentara, este levantó la mirada encontrándose con la de todos que estaban puestas sobre él, tragó saliva algo tímido y nervioso. 

—M-mi nombre.. Es, Naruto Namikaze… Soy un beta.
¡Les pido, por favor cuiden de mí datebayo!— Se presentó ante todos quienes lo seguían mirando de manera analítica, aún más por el comentario que había hecho, ya que más de uno había detectado su olor, y dudaban del género que indicó, incluyendo al profesor, este tomó su hombro, sin darle más importancia.

—Bien.. Puedes sentarte allá… En el fondo…— Le dijo indicando un asiento vacío al fondo del salón, al lado de la ventana, el ojiazul asintió y se dirigió ahí tímidamente, sin titubear se sentó mientras el hombre daba inicio a la clase, el kitsune se sintió algo incómodo pues aquella sensación de ser observado seguía en el ambiente, sin embargo se sentía feliz, pues ya había hecho lo más difícil (presentarse), y estaba algo confiado en encontrar a alguien a quien le pudiera agradar, pensando en eso volteo mirando por la ventana el cielo algo nublado… Comenzando un nuevo periodo en su vida…

Fin del capítulo 1...

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Hello friends... Qué les pareció este primer cap?. Espero que como a mí les haya gustado...
Y espero también que sigan leyendo esta nueva historia... Aunque no sea muy interesante. ´◡'
Gracias por leer... Nos leemos después, bye.. <3

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now