Capítulo 8: Cereza y chocolate.

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En aquella mañana donde todo comenzó, el kitsune se revolvió bajo las sábanas de su cama, la molesta alarma de su mesita de noche sonaba estridentemente, como pudo la apagó, perezosamente salió de la cama gateando como todas las mañanas, sin embargo esa mañana era especialmente fría para él, se fue al baño a lavarse los dientes y la cara, sintiendo el agua fría en su rostro que por alguna razón estaba rojo, además se sentía muy caliente, salió del baño y estirándose un poco para quitarse la flojera se fue a su armario, sacando el uniforme de Konoha para irse a la escuela ese lunes... Tras cambiarse bajó a la cosina y desayunó lo que más le gustaba, Ramen, estaba solo en la casa, hacía dos días que su madre estaba en celo y su padre estaba con ella, así que podía comer sopa instantánea cuando quisiera.

Durante ese “desayuno” (poco saludable por sierto), estaba pensando en lo que haría ese día, claro; la escuela era importante, pero ese día no pensaba en ella, pensaba en lo que haría sobre sierto asunto con cierta tabla rosada infiel y sierto azabache “ingenuo”, durante el día anterior lo había pensado mucho, no le agradaba la chica por obvias razones, tampoco sentía nada por el moreno, después de todo él le había dicho que ni se le acercara, y se lo dijo de una manera hostil e irrespetuosa, también se acordaba de como él se había portado cuando fue de visita “por primera vez” a su casa, por como el Uchiha se comportaba el menor sentía que no merecía el menor respeto o empatía, sin embargo el kitsune a pesar de todo no era malo o rencoroso, y llegó a la conclusión de que si él llegaba a tener una pareja alguna vez, y esta lo llegase a engañar, él querría saberlo, entonses tomó la decisión de decirle al cuervo lo que su despreciable novia estaba haciendo.

Con decisión se levantó de la mesa del comedor a terminar de arreglarse y tomar sus cosas, su saco y su mochila, después se dispuso a salir, nada más abrir la puerta sintió un escalofrío, afuera realmente estaba helando, así salió de su casa, rumbo a la estación, llegando a esta, eventualmente se subió al tren, ese día en especial no estaba tan concurrido como siempre, aun así estaba lo suficiente como para que el ojiazul se fuera parado aun lado de la ventana al no encontrar un lugar donde sentarse, y normalmente siempre que estaba en un lugar concurrido había más de una mirada sobre él, desde que confirmó que era un omega y más un pura sangre entendía eso, pues tenía un olor muy atrayente, y asta ese momento había conseguido acostumbrarse a esa sensación incómoda de ser observado, sin embargo, algo estaba mal, ese día podía sentir esa sensación aun más presente y agresiva, casi podía apostar que todo el vagón lo miraba, de pronto comenzó a sentir varios olores, de alfas pero en su mayoría betas, se mareo por la cantidad de aromas, y comenzó a respirar agitadamente, como si se estuviera ahogando, su cuerpo se calentó aun más y comenzó a sudar, sentía calor y un ligero impulso de seguir cualquiera de los olores que su nariz percibía, para su suerte el tren se detuvo en su parada, bajó y caminó a la escuela, sin embargo iba muy lento y se detenía en ocasiones, se sentía agotado y caliente, así que dedujo que estaba enfermo, se sintió un poco tonto al no darse cuenta antes de salir de su casa, después de todo en su cara se veía que estaba mal.
Pensó en regresar, pero en ese momento tuvo un pequeño impulso, quería solucionar aquel problema con el azabache, quería que él supiera la verdad, por alguna razón sintió que no debía esperar más, así que se fue a la escuela y llegó como pudo, para entonses estaban dando el timbre y el kitsune apenas alcanzó a llegar, y de nuevo durante todo el camino a su aula e incluso dentro de esta, todas las miradas estaban puestas sobre él, se sentía como ese día donde acababa de entrar, incluso notó como sus amigos lo miraban como desconociéndolo, eso le extrañó bastante, no pudo hablar con ellos ya que en cuanto entró al salón el profesor también lo hizo, así que después nadie pudo hablar...

La clase continuó normal, o más bien no tanto, pues toda la clase estaba distraída, pues todos lograban percibir un aroma dulce, atrayente, apetecible, mientras alguno solo distinguían esa dulzura, algunos otros sabían lo que era, era el aroma a cerezas y chocolate, y también sabían a quien le pertenecía, e inconscientemente algunos liberaban su propio olor para atraer al omega rubio... Mientras este estubo igual o más distraído que todos ellos, se sentía mareado, con calentura, cansado y no podía pensar en nada más que en sierto moreno, creía que era porque era su responsabilidad decirle la verdad, pero en realidad no era así... Sin saberlo su cuerpo estaba deseando al Uchiha..
Así el timbre anunciando el descanso sonó, el kitsune se levantó rápidamente, corriendo a la puerta.

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now