Capítulo 24: Sentimiento de dolor.

900 49 54
                                    

—Sasuke...— Articuló el ojiazul lentamente, mientras volteaba su rostro para finalmente ver al Uchiha, los ojos de este se abrieron con sorpresa al ver los ojos celestes del menor, estaban cristalizados, tristeza, confusión y algo de decepción se podía ver en lo profundo de ellos, justo después el rubio desvió su mirada, al no soportar la del alfa.

—...No me importa lo que sucedió, no me molesta, así que solo déjalo...— Dijo en un tono crudo, y aunque estubiera intentando convencerse de que realmente nada pasaba, no podía engañar al azabache.

—No me mientas, si te disgusta: dímelo— Le dijo mientras acariciaba su mejilla, para el menor; ese contacto era tan cálido que sentía que quemaba su piel, en ese momento no quería sentir al cuervo, esa caricia solo lo confundía más.

—No miento.. De verdad no me importa— Dijo volteando su rostro para esconderlo en la acolchada almohada, volviendo a estrujarla con fuerza.

—Te importa, lo sé..— Insistió el moreno, solo consiguiendo irritar al menor.

—Claro que no...— Murmuró el kitsune, al escucharlo: el azabache tomó su hombro y tiró de él con cierta brusquedad, volviendo a hacer que sus miradas se encontraran.

—Entonces, mírame a los ojos y repitelo— Le dijo con un tono serio, dejando al ojiazul pasmado un momento, mientras observaba esos bellos ojos oscuros, casi perdiéndose en el intenso color negro.

—¿Q-qué?...— Cuestionó con confusión, pues sus oídos no podían escuchar claramente al ojinegro.

—Si de verdad no te importa, dímelo; repitelo ahora mismo— Dijo, intentando hacer que el kitsune dejase de negarse a si mismo lo que sentía, mientras la mente del rubio procesaba lo dicho, con la mirada del Uchiha sobre él; una mirada interrogante que juzgaria cada palabra que diría, en definitiva no podía mentirle.

—Naru...— Susurró el pelinegro, suavizando su ruda mirada, desviandola a los labios entre abiertos del rubio debajo de él, el calor del deseo por besarlo lo cegó y con lentitud se acercó, sin dejar de observar esos deseables labios, asta que vió como estos se movieron, pronunciando lentamente algunas palabras.

—No tiene porque importarte...— Susurró el kitsune crudamente, provocando que el ojinegro se alejara para volver a mirarle el rostro.

—¿Recuerdas? Tú y yo no somos nada... Lo que sienta ahora mismo, no tiene que importarte, así que olvídalo, solo déjalo así.— Habló con una voz vacía, y una mirada que parecía carecer de vida, mientras su mente al fin reconocía la posición en la que se encontraba, decir que aquello le había disgustado e incluso dolido: era como decir que el azabache le gustaba.
Mientras el pecho del Uchiha empezaba a doler en pequeñas punzadas, aquellos ojos que siempre irradiaban luz, alegría, encanto, cariño, ahora parecían estar vacíos, jamás se imaginó que el menor lo vería de esa manera.

—Lo único que pasó; fue que me sorprendí un poco al verlos, es todo— Finalizó el rubio, volteando su rostro hacia su almohada.

—No es necesario que hagas nada, estoy bien..— Dijo con su rostro oculto.

—Pero... ¿Porqué regresaste solo entonces?— Ante la pregunta: el kitsune se quedó en silencio, buscando rápidamente alguna excusa que sonara creíble.

—Solo iba a decirte que me sentía un poco mal... Pero como estabas con Sakura-chan, crei que tardarías un poco, así que decidí volver yo mismo...— Explicó con un tono inseguro, y era obvio que el azabache no creía sus palabras, pero después de todo el ojiazul tenía razón, no estaban saliendo: por lo que no tenía por que preocuparse de esa manera, pero era algo que no podía evitar, no cuando el rubio se encontraba tan mal.

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now