Capítulo 35: Enfermo de amor.

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No es verdad. ¡No soy menos que tú por ser omega!
¡¡No puedes tratarme así sólo porqué se te da la gana, imbécil!!
Se negaba a aceptar esa lastimosa verdad, en ese mundo los que predominaban sobre betas y omegas, eran los alfa, pero eso no significaba que él fuera débil, no significaba que no fuera nadie, que el único valor que pudiera tener en su vida, fuera el ser un infame objeto sexual para un depravado y arrogante alfa, usándolo a su antojo. Él creía ser un beta, en aquel entonces se sentía tranquilo, y de la noche a la mañana parecía haberse convertido en un omega, lo había aceptado después de su primer (y hasta ese momento), único celo.
Por ello se sentía molesto, el azabache siempre se había comportado diferente, jamás lo discriminó o hizo menos, pero después de todo... Él no dejaba de ser un alfa, por encima de la estúpida jerarquía que aún se manejaba en ese mundo, que trataba a los omegas como esclavos. Y aún con sus pensamientos casi inconcientes, debido a la testosterona de alfa que penetraba su nariz, tuvo el valor de ir contras sus instintos.

¡Aprende tu lugar, dobe!
De nuevo reclamó esa voz firme y furiosa, y un fuerte golpe a la pared, al costado de su cabeza hizo estremecer sus huesos, hasta casi caer ante el peligroso alfa, una parte de él sentía mucho temor, era su instinto, su puto instinto que lo forzaba a ceder, pero intentó ignorarlo, negarse a la idea de ser débil, de ser obediente y sumiso ante alguien que estaba equivocado.

¡¡YO NO SOY TU MALDITO JUGUETEEE!!
Y cuando menos se lo esperó, su determinación y deseo por no ser catalogado como un "agujero", lo obligaron a que la palma de su mano, se estampara con firmeza en el rostro del Uchiha, haciéndole sentirse aturdido ante su propia acción, sin pensar en lo que hizo, y justo después... El ardor se presentó en su propia cara, la fuerza tan repentina le hizo caer al suelo sin cuidado, sus papilas gustativas percibieron el sabor a sangre, y el líquido carmesí abandonó sus fosas nasales, el entumecimiento se convirtió en dolor, las lágrimas se acumularon en sus ojos, no pudo pensar bien, en shock ante el golpe que acababa de recibir de la persona que menos esperaba.

Sus músculos se suavizaron a tal punto de sentirse inútil, sentirse como un objeto que había sido roto, pero el miedo fue suficiente para levantar su cuerpo en automático, ponerse en pie para huir, tropezando al correr por el pasillo escolar, sintiendo el temor que un cordero sentía al ser perseguido por un salvaje lobo, confundido, herido, una profunda tristeza que asolaba el interior de su pecho, ¿eso significaba ser un omega?.


 
...
 

Tantos malos recuerdos, asquerosos y dolorosos, todo volvía a él cuando de nuevo, se encontraba parado frente a su taquilla dentro de los vestidores escolares, mirando su propio cuerpo con atención, portando su uniforme de gimnasia, aquél incómodo buruma que adornaba su delgado cuerpo, recordándole que sólo los omega usaban esa ropa en aquella escuela: levantó su mano tocando su mejilla con suavidad, la misma mejilla donde había recibido aquel cruel golpe y donde también había recibido aquel último beso frío, tierno y suave.

Volvió a prestar atención a su vestimenta, llevaba las mismas ropas que usó aquel día donde todo pareció derrumbarse en pedazos. Se preguntaba que pasaría si todo ese problema no hubiese ocurrido, si las cosas con el pelinegro fueran como siempre; probablemente estaría en algún rincón escondido de la escuela, en un salón de clases vacío, en un armario de limpieza, en el consejo estudiantil, en cualquier lado que careciera de alguna alma curiosa, estaría siendo profanado por el alfa que siempre lo tomaba en cualquier momento y lugar, ese buruma le quedaba de maravilla, resaltaba su hermosa y escultural figura, sabía que el Uchiha pensaría lo mismo, seguramente verlo usando ese traje lo provocaría, y lo arrastraría a algún lugar para tener sexo; cuando usó esas ropas por primera vez, el ojinegro estaba tan molesto que no se dio cuenta de su vestimenta.

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now