Capítulo 14: Inseparables.

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SasuNaru es amor.
2: La promesa de un futuro juntos, omega y alfa.


Corrió tanto como sus cortas piernas le permitieron, con sus brillantes y hermosos ojos celestes registró su entorno, de la manera más aguda que pudo, rodeando el quiosco que se encontraba en medio de ese gran jardín, buscó en los arbustos de rosas rojas que había al rededor, al igual que en los imponentes árboles cercanos, para un pequeño de cinco años ese fragmento del jardín de la mansión Uchiha parecía un mundo completo por explorar, sin embargo, ya llevaba bastante rato buscando y empezaba a asustarse, echó otro vistazo al quiosco, se acercó para intentar ver por encima de esos peligrosos arbustos de rosas llenos de espinas, miró todo lo que pudo los altos árboles, y nada, no había rastro de los dos azabaches que jugaban con él a las escondidas, ni siquiera podía percibir su aroma, pues; desgraciadamente, el viento había estado soplando mucho ese día de verano, llevándose con él cualquier rastro de olor a café o vino de los dos alfas Uchihas.
Una vez más se detuvo en el quiosco, se sentó en el pasto verde al pie de las escaleras, abrazándose a si mismo, y cuando menos se lo esperó sus ojos empezaron a arder y a soltar pequeñas gotas, no sabía exactamente porque estaba llorando, pero empezó a suspirar cada vez con más intensidad y tristeza, su llanto se escuchó por ese claro en ese enorme jardín, entonces fue cuando escuchó algo por encima de su propio llanto, levantó la vista y ahí vio a dos azabaches que corrían rápidamente asta él, sus ojos lagrimearon aun más y se levantó, corriendo mientras lloraba, chocando con un cuerpo y abrazándose de él automáticamente, aquel azabache miró al rubio abrazado a su cintura, acarició su cabello con suavidad.

—Lo siento, Naruto. ¿Te asustaste?— Le preguntó con una pequeña sonrisa, el rubio no se despegaba de él, este volteó a su espalda viendo a su hermano menor que apenas llegaba a ellos, obviamente corría más despacio por ser menor, le sonrió encogiendo los hombros, el niño frunció el ceño con molestia, viendo como su hermano mayor era abrazado por el kitsune, aunque quería decir algo, se quedó callado, ya sabía que el rubio tenía algo así como, “un pánico inexplicable a la soledad”, así que se quedó al margen asta que el ojiazul se calmó, Itachi se hincó frente a él, limpiando sus lágrimas suavemente.

—Ya no llores... Sasuke y yo nos escondimos muy bien. Lo sentimos...— Dijo de manera comprensiva mientras el menor se tallaba los ojos, entonces el otro niño se acercó finalmente.

—Eres un llorón... Un dobe muy llorón— Reclamó el pequeño pelinegro con los brazos cruzados, molesto por el gesto del rubio, este lo volteó a ver con los ojos llorosos, al igual que su hermano mayor.

—Sasuke, no le digas eso..— Regañó su hermano sin perder su pequeña sonrisa.

—Aniki, es un llorón...— Le dijo apuntando al rubio que mantenía una mueca de tristeza, se abrazó con más fuerza del mayor, este suspiró y se levantó del suelo.

—Naruto no es un llorón, pensó que lo habíamos dejado solo, eso es todo.. La próxima vez te tocará a ti buscar...— Dijo seriamente, el moreno volteó a ver al rubio, quien lo miraba con esos ojos celestes, brillantes aun por las lágrimas, solo pudo hacer un puchero y volver a cruzar los brazos ante esa imagen.

—Disculpen. Itachi-sama, su padre lo llamó, está esperándolo en su despacho...— Dijo una sirvienta que se había acercado a ellos, y se inclinó ante ellos al llegar, el azabache mayor la miró por un momento.

—Si, ahora voy...— Respondió cambiando a un tono sombrío, mirando a los niños justo después, y de nuevo, cambiando su porte a uno relajado y cálido.

—Regreso en un momento...— Les dijo al par de niños con una sonrisa tranquilizadora, para después irse en la misma dirección donde se había ido la sirvienta de la familia, dejando así a los pequeños solos, estos lo vieron perderse en la distancia, entrando por la puerta trasera de la mansión, entonces se miraron entre sí, el azabache fue el primero en romper el contacto visual, volvió a fruncir el ceño y pasó del rubio, subiendo por las escaleras del quiosco, ignorando al rubio quien lo empezó a seguir tímidamente.

Efímero (EN PAUSA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora