Capítulo 11: Aflicción.

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No sabía que pensar ante el reflejo de su propios rostro en el espejo del lavabo del baño, las puntas de su cabello negro-azulado estaban pegadas a su frente gracias al agua fría que acababa de echarse en la cara, la cual se deslizaba lentamente por su pálida piel, callendo por su barbilla en pequeñas gotas, la expresión de completa seriedad jamás abandonó su rostro, el roce del agua sobre sus pestañas le obligaban a cerrar los ojos, pero cada vez que volvía a abrirlos y ver sus propias lagunas de obsidiana, lo único que podía pensar era en ese sentimiento agridulce de felicidad eufórica y culpa abrumadora, su mente dibagaba recordando cuando había intentado eso anteriormente.. Tantas veces... Cada vez que alguien se presentaba en su habitación, tras cada nueva persona acostada en su cama, una pequeña parte de su orgullo, paciencia y esperanza desaparecía como los recuerdos antes de su séptimo cumpleaños.
Había estado buscando por mucho tiempo, tantas chicas y chicos que trataban de seducirlo, había perdido la cuenta de cuantos cuerpos desnudos habían pasado por su vista, muchos lo habían tocado, pero nada... Siempre era la misma letanía, no conseguía nada y solo se levantaba para tomar sus cosas eh irse de la habitación, sin haber conseguido su objetivo, se convirtió en una obsesión...

Y ni siquiera era capaz de satisfacerse a si mismo, cientos de videos porno en la web, de tantos géneros y tipos posibles, y nada, las imágenes en la pantalla, los sonidos lascivos que él no podía hacer... Lo único que su mente veía era dos personas moviéndose entre sí, no le resultaba excitante, absolutamente nada le funcionaba, ni siquiera sus propios pensamientos, cuando dibagaba imaginando como le hacia aquello a alguien, pero la parte baja de su cuerpo no reaccionaba, pensara en quién pensara... Incluso múltiples tratamientos para la disfunción eréctil, las innumerables pastillas de hormonas que tomó, el frío lubricante sobre su miembro muerto, tocándose tratando de hacerlo reaccionar, incluso alguno que otro juguete sexual, y múltiples investigaciones sobre la anatomía de los alfas, pero nada... No había conseguido nada...

Y ahora, ahí estaba... Frente al espejo, acabando de haber perdido su virginidad, acabando de volver de un mundo irreal de sensaciones maravillosas qué jamás experimentó, acabando de despertar finalmente, pero...
“¿por qué él?” se preguntaba a si mismo, tantas personas que darían lo que fuera por estar con él, y tenía que haber sido con ese chico, con alguien que no quería hacer eso, que ni siquiera estaba consiente de si mismo, recordaba a la perfección la expresión de su cara tras haber terminado, la forma en como esos celestes y hermosos ojos lo miraban, culpándole por lo que acababa de pasar, ¿realmente había sido culpa suya?...
Y con tantas cosas en su cabeza el sonido de aquellos quejidos ahogados que se escuchaban en la habitación contigua no le ayudaban para nada, solo le recordaban lo sucedido, había amado ese momento y jamás lo olvidaría, pero eso no desvanecía su arrepentimiento. Con lentitud se separó del lavabo y caminó asta la puerta, el dolor que sentía en su cadera por el ejercicio al que no estaba acostumbrado lo obligaba a caminar con cierta precaución, la puerta del baño finalmente se abrió, dejando ver como el azabache en puros pantalones salía dirigiéndose al orígen de aquellos ruidos, viendo el bulto que apenas se movía bajo las sábanas en la cama, de donde provenían los ruidos, se quedó quieto escuchando y viendo atento, le desagradaba e incomodaba estar ahí, con cuidado se sentó en el borde de la cama, escuchó como el llanto cesó por un momento, como el bulto dejó de moverse, como sí estuviera atento...

—Oe...— Llamó el azabache, moviendo su mano para tomar la sábana, intentando quitarla de encima de aquella persona, pero este la sostuvo fuertemente.

—Oe... Naruto...— Llamó de nuevo con más insistencia.

—No te acerques... No me toques...— Susurró el kitsune en un quejido lastimoso, sonaba asqueado, el moreno dejó de intentar destaparlo entonces, aunque no apartó su mirada, unos momentos después el rubio fue bajando la cobija, dejándola asta su nariz, una vez más el pelinegro pudo ver esos hermosos ojos azules, los cuales le recriminaron lo sucedido, aun con lágrimas en los bordes a punto de salir, al azabache eso le hizo más mal, aunque era raro, él era Uchiha Sasuke; él podía hacer lo que quisiera cuando quisiera, entonces porque se sentía tan mal por esta persona?...

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now