Capítulo 5: La familia Uchiha.

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Era pasado de las cinco de la tarde, aun no había oscurecido pero aún así la familia Namikaze ya estaba arreglandose para su compromiso, el rubio terminaba de abotonarse la camisa manga larga de color blanco que tenía puesta, se fajó, se puso un chaleco negro de traje encima, pegado a su cuerpo, que resaltaba su figura, miró con sierta duda la corbata sobre la cama, la tomó junto con su saco igualmente negro y salió de su habitación en dirección a la sala del primer piso, ahí vio a sus padres que terminaban de arreglarse también, la más atareada era su madre.

—Mamá...— Le habló enseñandole la corbata negra, la mujer lo volteo a ver.

—Ay, bebé... ¿No habías aprendido ya a ponertela?— Preguntó la pelirroja empezando a atarle la corbata al menor en el cuello.

—Lo siento...— Dijo sonriendo nervioso, miró a sus padres con más detalle, el rubio mayor tenía puesto un traje negro muy elegante, y la pelirroja un vestido amarillo pegado e igualmente elegante.

—Listo...— Dijo la mujer terminando y llevando sus manos al rostro del kitsune, lo miró por un momento fijamente, el ojiazul puso una expresión de duda.

—¡¡Ay, que lindo mi hijo!!— Dijo con alegría, abrazando la cabeza del kitsune en su pecho.

—Si, gracias...— Dijo este siendo ahogado por su madre.

—Bien... ¿Todo listo?— Preguntó la mujer soltando al menor y poniéndose seria.

—¿Porqué vamos ahora..? Ni siquiera a oscurecido...— Dijo el rubio menor apuntando a la ventana.

—¿Y eso que?— Preguntó la pelirroja con un puchero.

—Que se supone que íbamos a cenar.. No?— Dijo el ojiazul a sus padres los cuales se miraron entre sí, dándose cuenta de que el kitsune tenía razón.

—No importa... Entre más pronto mejor... Vámonos..— Dijo la pelirroja con entusiasmo, illendo a la puerta, los rubios se miraron, sin duda ella era la más emocionada, sonrieron y siguieron por el camino de la pelirroja, saliendo de la casa y subiendo a su auto para emprender el viaje... La pelirroja iba dando indicaciones al rubio mayor de como llegar al lugar, quien conducía, mientras el kitsune estaba en la parte de atrás, pensando en sus cosas, en lo del pelinegro, en el club en el que se había inscrito, en la cita médica que tendría al día siguiente, en lo incómodo que se sentía usar traje, el camino fue tan largo que pensó en todas esas cosas, y después de un rato llegaron...

—¡Para, Para..! ¡¡Aquí es..!!— Le dijo la mujer al rubio rápidamente, este se detuvo frente a una gran casa, la cual estaba rodeada por una gran reja y un portón, el cual se abrió dejando pasar al coche, los tres estaban maravillados por el gran lugar, bajaron del coche una vez lo estacionaron, comenzaron a caminar en dirección a aquella enorme mansión, el kitsune veía aquel lugar, se veía lindo y elegante, a lo lejos se veían grandes jardines, con distintas flores de colores y árboles grandes, la acera por la que caminaban los llevó a una fuente frente a la entrada de la casa, y había un extraño símbolo de abanico por muchas partes del lugar, todo aquello sería sorprendente pero para el kitsune no lo era, ya que esa sensación había vuelto a él, era como si ya conociera ese lugar, esa casa, esos jardines, ese símbolo que estaba por todos lados, era una sensación como estar en su antigua casa, sin embargo no podía recordar en que momento había estado ahí, pero lo sabía, no era la primera vez que caminaba por ese lugar. Llegaron a la puerta principal, entrando rápidamente pero asomándose antes, dentro era aun más elegante  y se veía sin duda espaciosa, había una pequeña sala al lado de unas grandes escaleras que llevaban al segundo piso, el rubio mayor y la pelirroja seguían viendo eso maravillados, mientras el kitsune seguía analizando todo aquello intentando buscar el origen de esa sensación nostálgica, en ese momento su cabeza empezó a doler, comenzó a tambalearse a la vez que se quejaba un poco.

Efímero (EN PAUSA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora