Capítulo 38: Hermandad.

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Observó con cuidado el lugar que solía llamar “su habitación”, no había cambiado demasiado en realidad, sólo habían algunas cosas que no estaban cuando él se fue, cosas que no le pertenecían, como lo eran las maletas que se hallaban cerca de la cama, un par de ellas estaban abiertas, dejando a la vista prendas de ropa ajena.

—Tu madre dijo que me podía quedar aquí, espero que no te moleste— Dijo Deidara entrando por la puerta abierta, el kitsune de inmediato se dio la vuelta para encarar al mayor.

—No te preocupes, está...bien— Una sonrisa insegura se dibujó en sus labios, caminando por el lugar para mirarlo mejor, no le molestaba que Deidara estuviese usando su alcoba, si no que, aún se sentía como un extraño al estar en ese lugar.

—N-no estoy usando el armario, tu ropa sigue ahí— Dijo el mayor nerviosamente, observando como el kitsune recorría el cuarto, mirando minuciosamente cada mueble, y objeto sobre estos.

—¿Ah, sí?— Comentó sin mostrar demasiado interés, distraído continuó caminando hacia al armario, abriéndolo: era cierto, su ropa aún se encontraba ahí, sé sintió incómodo, realmente no lo podía soportar, no quería estar ahí... En su antigua habitación, quería estar en su penhouse, haciendo alguna tontería mientras esperaba la llegada de su alfa, quería verlo, sentir que vivía a su lado como una verdadera pareja... Era lo único que deseaba, estar con su persona especial.

—¡Hora de comer!— Anunció Kushina asomándose desde la puerta, con esa alegría que la caracterizaba, Deidara asintió dirigiéndose hacia ella con rapidez.

—Ahora los alcanzo, ttebayo..— Dijo el menor, rebuscando en el armario, su madre y primo abandonaron el cuarto, creyendo que tal vez quería cambiarse el uniforme escolar, pero lo cierto era que no buscaba algo en especial; durante el tiempo que estuvo fuera, en el clóset de su penthouse, había ropa del Uchiha, impregnada con su aroma, sólo sentía la necesidad de oler ese aroma de nuevo, la sensación de abrir su armario y que ese olor a alfa escapara, recordándole quien dormía a su lado cada noche. Pero en ese lugar no había nada, no había ropa del Uchiha, no lograba hallar su aroma por más que buscara, era su propio olor el único que se hallaba dentro de aquel armario: pronto se rindió, desilusionado al esperar algo que era imposible.
Su rostro empezó a quemar, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda haciéndole temblar, era verdad.. Su instinto omega estaba pidiendo por su alfa, reconociéndolo como su pareja más allá de su propio conocimiento y criterio, pidiendo volver a él, al menos una vez más.

 
 
...
 
 

—Mh.. Parece que llueve— Comentó Deidara ensimismado, apoyando su barbilla sobre su mano, y su codo sobre la mesa de la cocina, observando la ventana que daba hacia el patio trasero, Kushina detuvo por un momento su acción de hacer una ensalada, para también mirar por la ventana.

—Parece que si— Continuó sin prestar más atención que el rubio, volviendo a su tarea de picar verduras, sonriendo mientras lo hacía, la lluvia tal vez le daría más tiempo con su hijo, él no se podía ir en medio del diluvio que posiblemente se aproximaba de todos modos.

—Por cierto Dei-chan, muchas gracias por traer a mi bebé a casa— Dijo ella, volteándose un momento para sonreírle al rubio, quien finalmente prestó atención, pero la sonrisa de la mujer no fue devuelta por él.

—Yo no hice nada, sólo le dije lo que usted me dijo antes, él decidió venir por su cuenta— Encogió los hombros repetidamente mientras explicaba, la mujer arqueó una ceja.

—¿De verdad?.
¡Entonces debió habernos extrañado mucho!— Dijo convencida de sus palabras, contenta de pensar que su hijo seguía estando apegado a su casa y a ellos.

Efímero (EN PAUSA) Where stories live. Discover now