Capítulo 2

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Apenas llegó la policía, revisaron de pies a cabeza el lugar, encontrando la bala que rompió la copa en mi mano, fui obligada a ir al hospital para constatar lesiones, recibí un par de puntos en esta y luego la policía me llevó a casa, preguntándome si había hecho enemigos en este ultimo tiempo, pero realmente no tenía nombres ni situaciones que dar, normalmente no me llevo mal con las personas, así que no sabía muy bien qué estaba pasando.

— Día de mierda.

Lanzando el bolso al sofá de mala gana, pateando los tacones.

— Malditos zapatos, maldito día, maldito el idiota que me quiso disparar.

Viendo mi mano que me mantendría incapacitada por un tiempo, acaban de joderme mi próxima exposición, así no podría pintar, pero bueno, no es cómo si tuviera ideas después de todo.

— Necesito un baño, huelo a sudor, sangre y hospital.

Arrugando la nariz, intentando quitarme el vestido con una sola mano, pero que gran hazaña fue esa, no tengo idea de cómo joder me voy a bañar.

Y bueno, como dije, bañarme con una mano... no tengo idea de cómo lo hice, se supone que no podía mojar los puntos, por lo que mantuve la mano fuera de la ducha en todo momento, y esperaba haberme sacado bien el champú.

Me sequé el cabello en el baño, tomé las bragas, me puse un poco de loción en el cuerpo, ya tenía la piel lo bastante reseca para seguir dejándola así, y luego una de mis camisetas que utilizaba para dormir, XL, negra, cubría todo lo necesario y me sentía sexy con ella.

¿Qué mejor?

— Mierda. Creí que tendría que entrar y matarte en la bañera, quise darte espacio para tu ultimo baño.

Sonrió el siniestro sujeto sentado en la esquina oscura de mi cuarto, cargando su arma con silenciador.

A la mierda... así que sí querían matarme... y yo despachando a la policía porque creí que fue una equivocación.

— Oye... no tienes que hacer eso — levantando las manos a modo de rendición— podemos llegar a un trato, p-puedo hacer lo que quieras, pero no me mates, no entiendo que hice mal, n-no sé qué está pasando.

— El sujeto de anoche, Alexei Petrova.

Acercándose.

— Mierda. Sabía que era por él ¿Cómo lo ofendí? Yo sabía que era un tiburón... yo no llego ni a krill, dile que me perdone ¿Sí? No sé qué hice.

Lo decía en serio, no sé qué mierda hice.

— A nosotros no nos interesa ese hijo de puta, lo queríamos muerto, y tú lo salvaste — golpeándome con la cacha del arma en la cien— Eres cercana a ese hijo de puta ¿No?

Estaba mareada por ese golpe, las piernas me fallaron, pero no me dejó caer, sus dedos se enredaron en mi cabello, sosteniéndome en el aire.

— No tienes nada de especial ¿Por qué Alexei se fijaría en ti?

— Ni siquiera sabía su nombre — sujetándome de sus manos, dolía...— lo encontré en un callejón, estaba herido y l-lo ayudé ¿Quién no lo haría?

— Mentirosa — golpeándome otra vez— Nadie mete a un extraño a su casa.

— Yo sí. Mi mamá me crío así.

Saboreando el sabor metálico de la sangre dentro de mi boca.

— Pues que zorra más estúpida es tu madre.

Presionando la boca del arma en mi frente.

Hasta aquí llegué.

— ¿No me vas a pedir mis ultimas palabras? Que mal cabrón eres.

Despiadado.Where stories live. Discover now