Capítulo 49

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El tiempo pasa con rapidez cuando tienes un montón de cosas que hacer, cómo por ejemplo, manejar un conglomerado de centros comerciales sin irse a la quiebra, manejar un gran número de personas, discutir con los inversores y ejecutivos para que no pongan en duda tu valía por el estúpido hecho de ser mujer, manejar los negocios de la mafia cuando Alexei no está disponible y también están los viajes, Julian, el equipo y yo hemos viajado mucho últimamente para derrocar por completo Las Academias, destruyendo primero La Academia China, luego fuimos por La Academia Francesa, esos idiotas sí que nos dieron pelea, tenían un buen montón de armamento, tenían tan asustados a los reclutados que nos costó horrores sacarlos para poder quemar vivos a todos los bastardos que los castigaban a diario por la sencilla razón de "Crear resistencia para no abrir la boca en medio de una tortura" ¿Cómo van a hablar los pobres? Si las torturas serían una caricia comparada a cómo los trataban.

Dejamos pasar dos semanas antes de atacar La Academia en Argentina, nos estaban esperando, ellos sabían que iríamos, los bastardos que quedaron vivos dieron aviso y se refugiaron en otras academias, incapaces de dejar atrás sus oscuras vidas y deseos de poseer personas por medios inhumanos, ellos querían seguir adelante.

Pobres... no saben lo que les espera.

Todos los oficiales y generales están siendo cazados en estos momentos, siendo matados como simples insectos parásitos que no son necesarios en este mundo.

Sí me iría al infierno por matar, que sea por matar personas que lastimarán a cientos y miles de inocentes, prefiero ensuciarme las manos a tener que vivir con el cargo de consciencia de saber que pude haber hecho algo para acabar con este legado de sufrimiento y esclavitud.

Ahora nos queda la ultima Academia, la rusa, aquella en la que viví pesadillas y aprendizaje a punta de golpes y abusos, aquella en la que morí y renací.

- Pastelito, tengo listos los regalos, saqué a todos del ala sur ¿Cómo vas tú?

Julian acostumbró a llamarme pastelito, hemos pasado seis meses en esto, yendo y viniendo, destruyendo y construyendo, donando el dinero que esos cerdos le arrebataban a los reclutados, entregándoselos a ellos mismos para que pudieran comenzar otra vez con una base solida y segura, eso nos unió bastante cómo compañeros, y eso a mi esposo no lo hace muy feliz, digamos que sigue siendo celoso, muy celoso.

Pero eso me excita.

- Tengo todo listo, estoy terminando de sacar a los chicos.

Abriendo la ultima puerta que me quedaba, el equipo de trabajo era tan amplio que logramos reducir a todo el enorme personal de Oficiales que esta academia poseía, todos estaban bien amarrados a las paredes, amordazados e incapacitados para cualquier otra labor, y el general, por supuesto que era mío.

- Está todo bien, pueden salir, son libres - acuclillándome frente a la pareja de chicos idénticos y asustados en un rincón del cuarto- En la puerta principal habrá alguien que les entregará las sumas de dinero que les han estado robando todo este tiempo - acariciando su cabello- soy de las buenas - depende de la perspectiva claro- No les haré ningún daño.

- ¿Eres nuestra nueva señora?

- ¿El amo nuevo?

Confundida me levanté, observando a ambos, tan sumisos y perdidos que podría pensar que están drogados, y no me sorprendería, este lugar es una mierda.

- Chicos, ustedes son libres, no habrá algo como una nueva señora, ustedes tomarán sus propias decisiones desde ahora.

Ambos gatearon hasta llegar a mis pies, tomando posición de sumisión en el piso, observándome con su vista perdida.

Despiadado.Where stories live. Discover now