Capítulo 21

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Antes de procesar que estábamos absolutamente solos y que nadie vendría a perturbar nuestra burbuja de paz, Alexei ya me tenía arrinconada en la pared del baño, besándome como si me hubiese extrañado mucho, exigiendo el control con su legua sobre la mía, tirando de mis labios con sus dientes, perdiendo dos de sus dedos en mi interior.

Mierda... recién comenzamos y yo muero por correrme...

Nublada por el deseo, casi perdí el equilibrio cuando Alexei se arrodilló frente a mí, colocando una de mis piernas sobre sus hombros.

— ¿Qué haces?

Pregunté casi por cortesía, ya estaba jalando de sus cabellos directo a mi vagina, lo necesitaba ahí.

— Haciendo lo que te gusta, cariño...

Gemí del gusto al oírlo llamarme de manera cariñosa, nunca antes lo hizo.

— Llámame así de nuevo...

Derritiéndome ante su lengua implacable, enredándose en mi clítoris, mordisqueándome, llevándome al límite.

— Cariño...

Dijo lentamente, con su rostro pegado a mi sexo, permitiéndome sentir su aliento caliente, temblando ante la expectación.

Jalé de su cabello acercándolo más a ese punto de placer, necesitaba más de él, necesitaba más de su rudeza habitual.

— Jefe por favor... sus dedos...

Gemí alto al sentir sus dientes morder la cara interna de mis muslos con la suficiente fuerza para dejar marca.

Eso... borra todas las anteriores con las tuyas... poséeme...

— Te daré algo mucho mejor.

Levantó la cabeza, observándome con labios brillantes y húmedos, deslizó la lengua por estos antes de subir y besarme, haciéndome probar mi propio sabor sin soltar mi pierna, penetrándome con lentitud, gimiendo ambos del gusto al estar por fin unidos.

— ¿Cómo lo quieres, preciosa?

Moviéndose lento, pegando mi espalda a la fría pared, el contraste con su cuerpo caliente era exquisito.

— Destrúyeme...

— No creo que tu cuerpo...

— ¿Qué? ¿Miedo al éxito Alexei? — lamí su lóbulo— ¿Cuándo hemos tenido sexo vainilla nosotros?

Moviendo mi cadera hacia él, provocándolo.

— Tus heridas...

— Me importan una mierda — repitiendo el movimiento— Dame lo que quiero.

— Te lo advertí, después no estés quejándote Arizona.

Estuve a punto de protestar por mi nombre cuando me levantó completamente del piso, haciéndome rodear sus caderas con las piernas, penetrándome con fuerza, robándome el aliento.

— ¿Estás bien?

Parando cuando apoyé mi frente en su hombro, rasguñando su espalda.

— ¿Por qué demonios te detienes?

Me arrepiento tanto de mis palabras... Alexei sujetó mi trasero y comenzó a entrar y salir con rapidez, fuerte. Por el cuarto, se podía escuchar el eco de nuestros cuerpos al chocar, el sonido de nuestros gemidos, estaba a punto de venirme, estaba a dos golpes de venirme, pero necesitaba algo...

— Tus manos...

— ¿Mis manos qué?

Deslizando sus labios por mi cuello, lamiendo los mordiscos del collar que llevaba antes.

Despiadado.Where stories live. Discover now