Capítulo 26

11.7K 729 250
                                    

Han pasado exactamente tres semanas desde que Alexei y Luka decidieron dejar de tratarme como si fuese a romperme en cualquier momento, comenzando a trabajar mañana, tarde y noche en nuestro plan, ya tenía contactos en cada Academia del mundo, hablaba por teléfono cada día, intercambiando información y realizando planos internos de La Academia donde me mantenían oculta, conocía cada piso como la palma de mi mano, un piso por cada nivel, una única salida en el Ala este, primera planta, vigilada constantemente por Oficiales y Reclutados a los que se le otorgó ese trabajo como recompensa, siempre nivel dos, por lo que ya saben lo básico para poder defenderse y matar si es necesario, hay que cuidarse de ellos, "El paraíso" estaba en el lado contrario de la entrada, a simple vista, parecía un edificio universitario normal entre enormes arboledas frondosas, una hora caminando en profundidad siendo optimistas, ya veo por qué no han encontrado este lugar.

Salí del baño, caminando con precaución, aún tenía las costillas delicadas, y mi brazo derecho seguía roto, al menos, recuperé mi mano izquierda, lo que me da oportunidad de ser más independiente, aún necesito ayuda para bañarme, pero esos son pequeños detalles, poco a poco voy mejorando.

— ¿Chocolate?

Dijo Alexei desde su escritorio al otro lado del cuarto.

— Claro que sí, necesito poner a trabajar estas neuronas, estoy quedándome sin ideas.

Caminando hasta él, sentándome sobre sus piernas, robándole un trozo de chocolate amargo y otro blanco.

— ¿Qué estás haciendo?

Observando los documentos en los que estaba trabajando.

— Anoche se metieron a robar en mis bodegas, estoy pensando qué hacer.

— Qué bodegas.

— No fueron las legales — sonriendo de lado— Fueron las bodegas de los tratos ilegales, debía ponerlas en un avión a primera hora, vuelos no registrados.

— ¿Y no has descubierto quienes fueron?

— Claro que descubrí quienes fueron, el avión ya salió.

Jactándose de su hazaña.

— ¿Cuál es el problema entonces? te dejarás arrugas.

Deslizando mis dedos por su entrecejo.

— Estoy pensando en qué hacer con los sujetos, los tengo en la bodega ahora.

Mostrándome las imágenes en su computadora.

— Son apenas unos niñitos ¿Qué hacen robándose mierda? Dudo mucho que quieran para consumo — metiendo un cuadrado de chocolate completo a mi boca— ¿Por qué no les das un susto? Un brazo roto no va a matarlos, pero los hará pensar mejor en la próxima vez hagan algo como eso. Y amenázalos, que no piensen en abrir la boca o regresar.

Me observó, alzando una ceja.

Parecía sorprendido.

— Vaya... ¿Eres una experta en castigos ahora? Mira como das órdenes —posando su mano sobre mi culo— ¿Quién te crees que eres?

Acercándose lentamente a mis labios, con una sonrisa de idiota pegado al rostro, besándome con delicadeza.

— ¿Quién más? Tu mujer, por supuesto.

— ¿Crees estar bien para ir tú misma a dar la orden? Te haría bien salir un momento, te volverás loca en casa.

— ¿En serio? ¿Puedo?

Saltando de sus piernas, haciendo una mueca luego, mucho movimiento para mis costillas que seguían pegándose.

— Claro, le diré a los chicos que te lleven.

Despiadado.Where stories live. Discover now