IV. Creí

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𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑶𝒍𝒊𝒗𝒆𝒓:

- ¡Oliver! ¡Oliver, despierta! - Abrí los ojos con desgana mientras me sacudían sobre mi cama - Oliver, llegaremos tarde a Pociones, ¡Despierta, por las barbas de Merlín! - A un lado de la cama y con el uniforme de Gryffindor ya puesto Mateo me zarandeaba y casi abofeteaba para despertarme.

- Oh, mier... - Exclamé dándome cuenta de la hora.

Me levanté lo más rápido que pude de mi cama corriendo hacia mi armario. Saqué el uniforme de entre los cajones y me lo puse mientras Mateo sacaba mis libros de la maleta que todavía no desarme. Pasé al baño un momento para lavarme los dientes y peinarme, y sin mucho tiempo más para seguir arreglándome salí disparado hacia la clase de pociones junto a Mateo.

Al llegar a las mazmorras y entrar a la clase de pociones prácticamente sin aire me apoyé sobre mis rodillas para recuperarme un poco.

- Ademas de llegar tarde hacen un escándalo - Exclamó el profesor Snape con su voz sombría - Wood y Campos, no me sorprende... - Se acercó a nosotros con una ceja elevada y una sonrisa demasiado leve - Campos, vaya junto con el señor Flint - Mateo bufó y susurró "Excelente..." tan bajo que solo yo pude escucharlo - Wood, vaya junto a la señorita Shine - Fruncí el ceño y miré la mesa que Snape me señaló.

Allí estaba ella, con su uniforme de Slytherin y hablando con un chico de su misma casa que no reconocí. Sus rulos rubios se habían desecho dando paso a unas ondas peinadas sobre sus hombros. Me dirigió su mirada cuando me acerque, tímido aún por la sorpresa. Ella solo suspiró con una expresión dolida y miró hacia otro lado. Tragué en seco sintiendo el peso de mi uniforme sobre mi cuerpo, mi corazón ardía con intensidad y mis piernas templaron ligeramente. Me senté a su lado algo incomodo y apoyando mis libros sobre la mesa. Había vuelto, y parecía odiarme. Eso no me sorprendió, ella dejo en claro que ya no me amaba pero supuse que no la volvería a ver en un tiempo y que para entonces nuestros problemas no dolerían tanto. Cuanto me equivoque...

- Bien, puedo seguir con lo que estaba diciendo antes de la inoportuna interrupción - Volví a respirar agradeciéndole a Merlín que no nos quitara puntos, capaz estaba de buen humor debido al regreso a clases, poder volver a torturar niños le alegra el corazón a cualquier profesor.

- Dylan, ¿Me pasas las ortigas secas? - La miré.

Su voz era mas grave de lo que recordaba, con un tono distante y serio pero manteniendo su esencia. Note algunas cicatrices en su brazo lo cual me confundió pero no le di demasiada importancia. No sabía si estar feliz o enojado, capaz muy confundido.

- ¿Por qué no las agarras tu misma? - Contestó el tal Dylan con desdén mientras anotaba lo que Snape iba diciendo.

- Porque eres mi protector, ¿Qué pasaría si me lastimo accidentalmente porque no quisiste mover tu culo dos centímetros para pasarme las malditas ortigas? - Me sorprendió ver su carácter tan marcado. Yo ya sabía que ella era fuerte de personalidad y que podría escupir veneno con sus palabras si quisiera, pero nunca la vi utilizando ese veneno.

- Bien - Le respondió revoleando los ojos y estirando su mano al final de la mesa, agarrando las ortigas y alcanzándole las mismas - Lo que hago por tu bien estar, darling - Sonrió con arrogancia para volver a escribir en su libreta. ¿Darling? ¿Quién era él y por qué le decía así a Adhara?

La clase prosiguió con normalidad, varias veces cruzaba miradas con Adhara pero ella rápidamente desviaba la vista hacía otro lado. Aún seguía conmocionado y nervioso por volver a verla pero había intentado no pensar en eso para que Snape no me saque puntos por distraerme. El nuevo amigo de Adhara me enviaba miradas fugaces de vez en cuando, parecía indiferente ante mi presencia. Finalmente el primer periodo concluyó y todos salimos del salón. Una idea estúpida pero necesaria corrió por mi cabeza, así que me apresuré para alcanzar a Adhara antes de subir las escaleras al gran comedor. Ella iba junto a las chicas y a su amigo cargando sus libros en una mano.

- ¡Adhara! - Llamé su atención acercándome, ella se giró y al verme respiro hondo.

- Wood, no tengo ganas - Respondió desviando su mirada de mis ojos.

- Por favor, solo será un minuto - Insistí, necesitaba respuestas.

Necesitaba saber porque me dejó de amar, que fue lo que hice mal. Quería volver a dormir en las noches sin tener preguntas que responder.

- Ya te dijo que no, ¿Eres sordo o te debe explicar con un dibujito? - El morocho se acercó amenazante hacia mí, cubriendo a Adhara detrás suyo. Era ligeramente más alto que ella, sin embargo la cubría por completo.

- Estoy hablando con ella, no contigo, muévete - Dije algo enojado, tal vez eran celos lo que me provocaba sin embargo no lo pensé demasiado en ese momento.

- ¿Por qué no te mueves tú, animal? - Apreté los dientes endureciendo mi mandíbula ya a punto del colapso tras sus palabras.

- Suficiente... - Exclamó Adhara y se abrió paso delante del tipo - ¿No tienes que ir a atender a McBeck, Wood? - Me quedé callado, ella ya se había enterado.

- No tienes derecho a reclamarme nada después de lo que me hiciste - Respondí entre dientes sin perder el contacto visual. La furia estaba corriendo por mis venas y mi sangre hervía de la ira.

- Creí que lo entenderías, tú más que nadie... - Su mirada cruzaba de un lado al otro por mi rostro. Fruncí el ceño y apreté mis puños.

- Créeme, lo entendí - Hubo unos segundos de silencio, realmente estaba estallando de la ira y el dolor por dentro.

¿Como ella podía ser tan hipócrita? Y después reclamarme en la cara que salgó con otra persona para olvidarme de ella. Jamás creí que Adhara podría ser así, me partió el corazón en miles de pedazos y ahora pisaba las pocas sobras que habían quedado.

- Vamos, Adhara - Camila sujetó su brazo desde detrás y con Allison se fueron. El morocho me envió una ultima mirada asesina antes de seguirlas hacia las escaleras.

Me quedé allí, quieto, sin ni una palabra para decir. Mi furia se contenía entre mis puños y lo peor de todo es que no la podía sacar. Suspiré frustrado y también caminé hacia la escalera para subir a mi dormitorio, las ganas de comer se habían esfumado.

𝐀𝐧𝐲𝐰𝐚𝐲 │Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora