XVII. Recordarte

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𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑨𝒅𝒉𝒂𝒓𝒂:

La gente pasaba a mi alrededor apretando mis hombros y susurrando sus condolencias, pero mi mente no estaba allí. Yo me encontraba repitiendo su muerte una y otra vez, como un disco rayado. Por Merlín, como dolía. No sé cuantas lágrimas derramé, solo sé que un momento dado se acabaron, me había deshidratado al parecer. Mis ojos hinchados e irritados miraban a la multitud pensando ¿Qué hacían ellos ahí? La mitad de esas personas ni siquiera hablaron con Dylan, sin embargo ahí estaban. Parándose frente a su cuerpo frío y agachando la cabeza en señal de respeto.

El funeral pasó con lentitud, pero gracias a todos los magos terminó. Me despedí de mis padres y de Dorotty, quien estaba más destruida que yo claramente, antes de que los profesores guiaran a todos los alumnos de vuelta a Hogwarts. Al llegar al colegio, Dumbledore nos hizo sentar en el Gran Comedor para dar un discurso. Allison y Camila estaban junto a mí a cada lado, abrazándome y procurando no dejarme sola. Lo único que quería era salir corriendo de allí.

- Dylan Liberty fue, sin dudas, un gran muchacho. Su familia y amigos lo recuerdan siempre como alguien lleno de valentía y sinceridad. En Hogwarts vivió un corto lapso de tiempo, sin embargo jamás será olvidado. Dio su vida para salvar a una de las nuestras, y por aquello merece mis respetos. No tengo mucho para decir en estos momentos de oscuridad, sin embargo le agradezco infinitamente por haber sido la mejor versión de si mismo.

La mayoría aplaudió ante aquel discurso lamentable. Ciertamente, el profesor Dumbledore se encontraba sin palabras. La muerte de Dylan fue un error imperdonable, y el ministerio comenzaba a dudar seriamente de la integridad de nuestro director al albergar una mortifaga dentro de la institución. Lo ayudé al dar mi testimonio diciendo que nunca quisimos decirle al director las verdaderas circunstancias ya que teníamos miedo de empeorar la situación, pero no serviría de mucho si Cornelius Fudge decidía tirarlo por la borda.

La ceremonia terminó y todos fueron libres de volver a sus habitaciones. Faltaba tan solo una semana para el finalizar el año escolar, y terminaría el colegio para siempre. No sé si estaba triste o feliz, pues Hogwarts siempre fue mi segundo hogar, pero también fue un lugar de pesadillas. En fin, no importaba realmente.

En vez de dirigirme a mi cuarto tomé camino hacia las afueras de Hogwarts. La noche brillaba con intensidad, y el silencio llenaba el ambiente en su totalidad. Me senté sobre el césped, apoyando mis manos en el suelo detrás de mí y estirando las piernas. Miré las estrellas, brillaban con un tono gris fosforescente. Sonreí, mi padre solía decir que las estrellas son almas que fueron importantes en la vida de cada persona en el mundo. Era lindo pensar que Dylan se había convertido en una estrella, observándonos a todos. Él seguramente estaría diciendo "¿Y si una criatura caga durante la noche? ¿Por qué yo estoy obligado a ver eso?". Reí suavemente. Quizás no lo amé lo suficiente, pero no había dudas de que había afectado mi vida para siempre.

Sentí un peso sentándose a mi lado, viéndome con curiosidad y cautela. Me quedé en silencio, no hacia falta verlo para saber de quien se trataba. Fijé mi mirada en el cielo mientras que la paz inundaba mi pecho. 

- ¿Qué pasará ahora? - Preguntó en un murmuro. Lo miré con una ceja elevada, sin saber a que se refería. Al ver esa expresión, especificó - ¿Qué harás cuando terminemos el año en Hogwarts? - Tomé aire, encogiéndome de hombros.

- Creo que tengo una vaga idea, pero nada muy allá - Respondí con sinceridad - Ahora que mis padres se integraron al ministerio británico, quizás podrían aceptarme a mí también. Atrapamos a varios mortifagos, pero ahora que sé que intentarán revivir a Voldemort necesito intervenir de alguna forma. Se lo debo a Dylan - Finalicé con tristeza. La idea se me había ocurrido hace prácticamente poco, pero no era nada conciso.

- Sí, creo que te irá muy bien - Comentó con la mano en el corazón.

- ¿Y tú? ¿A qué equipo de Quidditch te unirás primero? - Oliver rió por lo bajo.

- Al que me acepte - Sonrió levemente, le correspondí la sonrisa.

- ¿Quién no querría tenerte en su equipo? - Él era un gran jugador. Su técnica y pasión era digna de ser contratada en los mejores equipos de la liga.

Nos quedamos en silencio. No habíamos hablado desde antes del funeral, cuando me avisó que Millie ya estaba entre las rejas, él mismo había corroborado aquello. Sus padres, los Malfoy, negaron haber estado involucrados, y a pesar de nuestros testimonios y las obvias pruebas de que si estuvieron allí el día del accidente, Cornelius dejó el caso para los de investigación. Ese tipo no me inspiraba confianza alguna.

- Ahora que lo pienso, tenemos caminos muy distintos. Siempre los tuvimos - Comentó él con algo de tristeza en su voz. Yo asentí levemente con la cabeza.

- Los opuestos se atraen, dicen por ahí.

- ¿Crees que todavía podemos intentarlo? ¿Poder estar juntos a pesar de todo? - Suspiré, mantuve el contacto visual buscando una respuesta.

- Creo que podríamos intentarlo - Respondí finalmente, viendo como sus ojos se iluminaban con esperanzas -, pero no ahora. Necesito tiempo para darme prioridad - Él asintió con la cabeza, entendiéndome. Después de unos segundos sonreí antes de decir - ¿Sabes? Dylan siempre me impulsó a creer en mí misma antes que en los demás. Él no era dulce, pero tenía fe en que brillaría por mi propio merito. Ojala supiese lo mucho que me ayudó.

- Él lo sabe - Contestó con seguridad. Dirigí mi mirada a la estrella más grande, junto a la luna, recordando su rostro mientras reía por algo tonto que yo había dicho. Sonreí, seguía doliendo pero pensar que ahora podía descansar me llenaba de paz.

Una lágrima solitaria corrió por mi mejilla mientras sonreía con tristeza. Oliver apoyó su mano sobre la mía, dedicándome una mirada cálida. El cielo brilló con mayor empeño, no había nubes ni tampoco viento. Solo la luna y las miles de estrellas. Almas que fueron importantes para cada persona aún viva en la tierra. Y entré ellas, la más brillante, Dylan sonriendo y susurrando un último te amo. 

𝐀𝐧𝐲𝐰𝐚𝐲 │Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora