XLVI

3.6K 291 103
                                    

Siento que estoy flotando.

Es extraño, mi cuerpo se siente relajado, como nunca lo ha estado.

Me siento en paz.

Mis ojos se encuentran cerrados. Sin embargo, puedo presentir que una luz me ilumina, ya que al tenerlos cerrados, no veo por completo oscuridad. A pesar de no mover mi cuerpo, algo lo mueve lentamente y con delicadeza.

Lentamente abro mis ojos.

Me recibe un cielo azul, hermoso. No hay nubes, está limpio.

Muevo mis dedos, se mojan.

Estoy flotando en el agua.

Muevo mis brazos de arriba y abajo de manera cuidadosa. Quiero estar aquí para siempre.

Ningún pensamiento cruza mi cabeza, mi mente está en blanco. No hay malos recuerdos, traumas, peleas, nada. Absolutamente nada.

No tengo ni idea donde estoy, pero no me interesa. No se escucha nada, todo está en silencio, un silencio que me rodea, no es aterrador, es relajante. Mi pecho sube y baja con lentitud, tranquilidad, sin presión alguna, sin nerviosismo que hace que mis respiraciones sean irregulares. No siento nada en mi pecho, es libre.

Quiero estar siempre de esa manera.

De repente siento que algo me jala

Abro mi boca por la impresión haciendo que agarre agua.

Algo comienza a hundirme.

La tranquilidad se ha ido y le da paso a la desesperación. Comienzo a mover mi cuerpo con violencia, agito mis piernas para lograr soltarme, pero por alguna razón el agarre se hace más fuerte.

Estiro mis brazos y trato de nadar hacia arriba, es imposible. Cada vez me hundo cada vez más y más.

El aire que tengo acumulado se va escapando de mi haciéndome sentir más desesperada, muevo mis brazos con más empeño, aún así no puedo evitar que me lleven hasta el fondo.

Mis pulmones arden necesitando oxígeno, mi cuerpo duele. Trato de luchar pero me siento tan débil, ya no puedo más.

Dejo caer mis brazos.

Veo la superficie, está tan lejos, todavía soy capaz de ver la luz, pero poco a poco va desapareciendo.

Decido ver que es lo que me tiene sujeta. Es mi tobillo derecho el cual está siendo jalado.

Una mano es quien lo agarra con fuerza.

Es una persona.

Es Michael.

Abro mis ojos angustiada.

Siento mi pecho subir y bajar con rapidez. Abro mi boca para tomar más aire, no puedo hacerlo.

Estoy amordazada.

El miedo comienza a recorrer mi cuerpo débil. Mi cabeza duele y siento nauseas, pero mis síntomas son lo menos que me preocupan.

¿Qué está sucediendo?

Mantener la calma es lo menos efectivo, en mi mente. Muevo con lentitud mis extremidades y caigo en cuenta que también estoy amarrada. La desesperación crece y comienzo a moverme sin delicadeza con la esperanza de lograr soltarme. Estoy acostada en algo con tela pero se siente duro e incómodo, mi espalda duele un poco por eso. Trato de enfocar mejor mi vista.

ContigoWhere stories live. Discover now