XI

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-¿No puedo visitar a una vieja amiga?

No puedo moverme.

Mis ojos se cierran y abren varias veces teniendo la esperanza que ella sea producto de mi imaginación, pero después de un rato me doy cuenta que no, es real. Ella está aquí, cerca, en mi universidad.

No soy capaz de hablar ni de moverme, me encuentro totalmente paralizada. Todo está silencioso, ella no habla, solo muestra una sonrisa que me eriza la piel. No sé por qué siento tanto miedo.

-¿No me vas a saludar?- su cara pasa a una tristeza fingida. Estoy muy confundida, la persona que está ante mi no es ni cerca lo que Alexis era, se va más...loca. No es su rostro, no es su ropa, no es nada de eso: es su mirada. Sus ojos muestran algo que no se como describirlo, pero me da mucho miedo. - ¿No piensas hablar?

Alexis camina hacia mi, por instinto retrocedo. Su sonrisa me saca de quicio. Da pasos y pasos, no se detiene. Me pongo nerviosa, solo soy capaz de retroceder y retroceder.

Es tarde cuando me doy cuenta que vuelvo a estar en el baño y ella está frente a la puerta, cerrada.

No tengo escapatoria.

Mi respiración se acelera, las manos me sudan y me siento fría, siento que me voy a desmayar. De repente quiero llorar y me reprimo por estar reaccionando así, ¿Qué me está sucediendo? Es que tengo la sensación de que de este encuentre no saldrá  nada bueno.

-Deja...déjame salir-. No evito que mi voz tiemble. Mi teléfono se encuentra en mi bolsillo, necesito llamar a alguien por si algo ocurre, pero simplemente no puedo hacerlo. Tengo que enfrentarlo yo sola.

-Ahora si estás hablando...- su voz suena tan dulce, pero no me hace sentir tranquila, me hace sentir más miedo. Suena más loca de lo que me acordaba.- Tenemos tiempo sin vernos, amiga...- en su cara se forma un puchero.- perdimos totalmente el contacto.

-Déjame salir.- repito. Mi voz suena un poco más fuerte y segura. Sin embargo, mi cuerpo no está tan seguro como mi voz, ya que todavía no puedo moverme.

-Después de que hablemos...- trago grueso. Alexis bloquea la puerta. El pensamiento de escapar se me pasa por la mente pero es imposible esquivarla y no quiero tampoco saltarle encima.- Te vez diferente.

-Lo mismo digo.-digo en voz baja pero ella es capaz de escucharme. Alza una de sus cejas.- Tus ojos...- ahora su cara está confundida. Decido no seguir con lo que iba a decir.- no se...

-Que observadora eres.- sonríe de nuevo. – Seré rápida ya que tengo que...bueno, eso no te interesa.-sigo sin moverme.- Michael ha estado tan triste sin ti...-Siento un escalofrío al escuchar el nombre.- Me dijo que tienes mucho tiempo que no lo visitas.

-Eres su mensajera.- solté antes de darme cuenta. Pensé que me atacaría o algo así pero solo se rió.

-Algo así.- fue lo que dijo después. Levantó su mano y la colocó en sus labios queriendo decir que hiciera silencio. Le hice caso. Ya no soy tan valiente como antes.- En fin, como te seguía diciendo.- hace una pausa.- Michael está perdiendo la paciencia y como no reaccionaste como él pensaba que lo harías con la carta, me mandó a mi para informarte.

-¿Infor...informarme de que? – el miedo se hace más grande en mi cuerpo. Tenía la cierta esperanza que este encuentro fuera solo una estúpida casualidad, pero no lo es.

-Él sabe todo de ti, Aisa.- evade mi pregunta.- Donde vives, donde estudias, a donde vas...simplemente no puedes escapar de él.- doy un paso hacia atrás por el impacto de sus palabras. Mis ojos se llenan de lágrimas.- Yo que tu dejo de resistir tanto...no vale la pena seguir alargando lo inevitable, ¿no crees?

ContigoWhere stories live. Discover now