LVIII

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Me miro en el espejo.

Me miro en el reflejo que representa a alguien en que me he convertido hace mucho tiempo pero que ahora, será oficial.

Alguien atrapada, para siempre.

Mis manos recorren el delicado vestido blanco mientras lágrimas se forman en mis ojos.

¿Por qué?

¿Por qué esta obsesión enferma tenía que llegar a esto?

¿Será este mi final?

Me convertiré en la...esposa de Michael y nos iremos muy lejos donde nadie nos encontrará.

Cierro mis ojos y me abrazo a mi misma. Esto es una pesadilla, en cualquier momento despertaré y todo estará bien, y todo lo ocurrido habrá sido simplemente un juego hecho por mi mente.

Abro mis ojos y me miro en el espejo.

Es la realidad.

Mamá, papá, por favor haga que muera, si esa es la única salida de este infierno, la aceptará, por favor déjenme ir con ustedes, seré feliz.

Respiro hondo y me concentro en el reflejo; mis mejillas están sonrojadas de tanto llanto y mis brazos están llenos de rasguños, algunos hechos por mi y otros por Michael quien me obligó a ponerme el vestido por las malas. Después de la batalla que la cual perdí, él fue al baño y trajo consigo un bolso de maquillaje y que al ponerlo al final de la cama exclamó: "A pesar que sin maquillaje te ves hermosa, hoy es un día especial"

Hoy era el día especial.

No había podido pegar un ojo en las últimas dos noches. Michael me había hecho decorar la cabaña junto a él, adornos muy delicados, que no sabia de donde los había sacado, adornaban en el piso de abajo. También me había hecho cocinar dulce para la "fiesta".

Parecía una pesadilla.

Pero ya me había pellizcado millones de veces para despertar, y el dolor de cada pellizcado me había afirmado que esto no era ningún sueño, que lamentablemente era mi vida.

Aparte de la decoración y del vestido, Michael había decidido poner música de los 50, el cantante relata la historia de cómo se enamoró de una muchacha y la familia de ella no lo aceptaba...no sabía si reír o llorar. La voz de Michael se escuchaba desde el baño, cantando la canción; después que él me pusiera el vestido por las malas, se había ido al baño para arreglarse.

Mi vista va de nuevo al bolso de maquillaje. Me volteo y con manos temblorosas tomo un rimel y un polvo compacto, el último lo coloco encima de la cama. Al estar de nuevo frente al espejo, abro el rimel y lo llevo a mi ojo derecho. Mis manos tiemblan y mis ojos se llenan de lágrimas sin poder evitarlo. Al momento de colocar el rimel, este inmediatamente se arruina por las lágrimas. Con rabia tiro el rimel al suelo y cubro mi rostro.

Las lágrimas comienzan a bajar por mis mejillas sin control.

Trato con muchas fuerzas de no soltar sollozos y poder llorar en silencio.

¿Cómo llegué a esto?

Mi piel hierve en rabia y mis lágrimas están llenas de tristeza. Ya me he cansado de culparme por este reencuentro, si solamente hubiera cortado todo contacto con él, si sólo no hubiera sentido lástima...¿cómo pude sentir lástima por este monstruo?

No quiero...casarme con él, no quiero irme lejos donde nadie más me encuentre. Quiero regresar con mi hermano, quiero ver a mis amigos, quiero estudiar...

Quiero tener una vida.

No puedo controlarme, suelto un sollozo.

De repente siento unos brazos en mi cintura. A pesar de la sorpresa, no me muevo ni un centímetro. Gracias a su tacto, mis sollozos se hacen audibles e incontrolables. Mi rostro sigue cubierto por mis manos.

ContigoWhere stories live. Discover now