II

6.5K 372 27
                                    


No escucho nada ni nadie.

Incluso no presté atención a lo que Esteban dijo.

Camino delante del guardia ya que ninguna de esas bestias confían en nosotros. Pensé que aquí las personas se vendían, pero son más nobles de lo que pensé.

Mi corazón se acelera al verla.

Tan bella como siempre.

Todavía no notaba nuestra presencia. Se veía que estaba perdida en sus pensamientos; juntaba sus manos como signo de nerviosismo, su rostro también lo mostraba.

¿Está nerviosa por mi?

Por un momento quise sonreír, yo siempre me sentía nervioso cuando ella estaba a mi alrededor. Cuando notó mi presencia mi sonrisa se esfumó, al verme se había tensado. No está inocentemente nerviosa, está asustada.

Creo que mi rostro lo dijo todo. Sus cara había intentado hacer una sonrisa, pero al ver mi reproche, su rostro también cayó.

El guardia se interpuso entre nosotros para abrir la puerta. Me hizo pasar a mi primero y luego reviso a Aisa para pasar.

Al instante estuvimos solos.

No la mire y camino hasta el sofá. Trato de calmarme internamente por qué no quiero que se asuste, aunque la rabia y traición que siento me está superando. Dos semanas sin visitarme, dos malditas semanas...seguro estaba con alguien más, seguro...

Cállate.

Cállate.

Cállate.

Al sentarme aprieto mis manos en el sofá para aliviar la rabia, mientras lo hago, Aisa está parada mirando sin saber que hacer. Bueno, si ella es la que está visitándome debería tener la iniciativa, ¿no?

-H...hola.-tartamudea al principio. La miro sería.-¿Cómo...estás?

No pude controlar mi respuesta.

-¿Qué clase de pregunta es esa?- me levanto rápidamente. Aisa da un paso hacia atrás.

Camino hasta ella con la furia recorriendo mi cuerpo, no sé porque estoy tan enojado, pero no puedo evitarlo.

-¿Ya no somos "amigos"?- hago otra pregunta sonando irónico con el título que ella nos puso.- los amigos están para apoyarse...- pierdo el control.- ¡Dos malditas semanas y no te dignas a aparecer!- tenía mucho tiempo que no gritaba.

-¡No es mi culpa!- sube su voz con dificultad, con miedo. Me tiene miedo.

Sin embargo, eso no me detiene.

-¿Y de quién es entonces?- pregunto nuevamente con reproche. Me había abandonado.- ¡Me abandonaste!

-¡No seas exagerado!

Aisa grita con todas sus fuerzas y me quedo estático por su arranque. Me mira por unos segundos y luego, sorprendiendome, colapsa. Se tira al suelo y llora.

Mi mente siente culpa.

-No lo entiendes, no lo entiendes...-susurraba varias  veces. Me quedé quieto sin saber qué hacer. Era la primera vez que la veía de esa manera y al mismo tiempo no lo entendía, ¿Por qué reacciona así?- me odio...

ContigoWhere stories live. Discover now