LIV

3.3K 269 71
                                    

Estar encerrada en esta habitación ya no me desagrada como antes.

Estar aquí es una de las pocas veces que Michael no está asfixiandome.

Me encuentro recargada en la pared, con un libro en mi regazo. Ya no me gusta estar acostada en esa cama, hago lo posible para evitarla. Trae malos recuerdos.

Por mi buen comportamiento últimamente, Michael me ha dado tiempo a solas, cosas que agradezco, y también me ha permitido traer a la habitación algunos libros de abajo.

Siento que respiro cuando él no está.

Que el aire vuelve a mi, que soy capaz de inhalar y exhalar en paz.

Claro que no siento completa paz, pero el no estar sintiendo su respiración en mi nuca es aliviante.

Este es el único momento en el que me siento de cierta manera libre.

Michael hace que compartamos la cama y que a la hora de dormir, deje que me abrace. Mi cuerpo siempre se tensa y cuando el sueño gana la batalla es cuando siento un momento de relajo, a veces no puedo dormir, y en ese caso siempre estoy atenta a su brazo rodeando mi cintura.

Atenta a que pueda hacer más que eso.

Por suerte, no ha intentado más allá que...esa vez. Solo abrazos y besos, puedo con eso, lo odio pero puedo con eso. Sé que pudiera ser peor, el llevar la fiesta en paz ha ayudado a evitar que cosas como la de la otra vez ocurrieran.

A pesar que las cosas han estado de cierta manera tranquilas entre nosotros, por dentro, siento que muero cada dia. Siento mi cuerpo pesado todo el tiempo, siento algo en mi cabeza que me hace ver oscuro, siento que mi corazón no puede más. Estoy perdiendo.

Tengo que hacerme la idea que esta vez no hay salvación.

Esta vez ya no hay esperanzas.

No tiene sentido que me revele o que trate de escapar, él tiene un arma y probablemente conoce el bosque, sería una terrible idea hacerlo. Además, no creo que se me presente la oportunidad de escapar, él me ha dejado muy claro que no me va dejar salir de la cabaña por mucho tiempo. No se cuando podré sentir el viento en mi rostro.

Cierro el libro cuando me doy cuenta que estoy muy metida en mis pensamientos como para prestarle atención. Lo dejo a un lado, en el suelo.

Cierro mis ojos por un momento. Ahora cada vez que cierro los ojos, me es difícil crear fantasías como manera de escape, es como si hasta mi imaginación se hubiera agotado, sin darme cuenta agote todo, lo exprimí completamente.

Solo veo oscuridad, aprieto mis párpados con la esperanza que eso ayude, oscuridad.

De repente.

Un rostro se forma en mi mente.

Alejandro.

Una sonrisa se forma en mi rostro.

Es gracioso, porque ni siquiera he tenido la oportunidad de compartir tanto con él, pero aún así siento algo...no sé cómo explicarlo. La manera en que se preocupó por mi esa vez que Michael llamó, su sonrisa mientras su hermana y yo bailabamos. Se sentía bonito.

En él no encontraba nada oscuro, nada malo. Tal vez es porque no lo conozco muy bien, pero puedo decir que Alejandro es...bueno.

Su hermana aparece en mi mente junto a él.

Alejandra.

Desde el primer momento ella estuvo ahí, prácticamente forzó nuestra amistad, ella es espectacular. Su energía es contagiosa y su manera de hacer las cosas...me hace sacar una sonrisa. Son lo más cercano que he tenido una amistad desde que era pequeña. Todo cambió cuando papá murió y los pocos amigos desaparecieron y yo me excluí. Ellos me hicieron sentir como una persona normal, una muchacha normal.

ContigoWhere stories live. Discover now