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Problema M.

No...no puede ser.

Mis manos tiemblan mientras camino por los pasillos y me dirijo a la oficina. No evito la rabia invadirme ¿qué hace ese estúpido aqui? Todo estaba perfecto con mi princesa, íbamos a tener un momento perfecto, pero nunca puedo tener mucho tiempo con ella porque siempre algo pasa.

Cuando escapemos de este lugar, nos iremos a un lugar tan lejos y recóndito que nadie nunca nos encontrará, solo seremos nosotros contra el mundo.

Paso mis manos por mi traje, tratando de calmarme. El estrés comienza a crecer, no quiero que él traiga problemas, no quiero que todo se arruine; mi plan iba perfectamente...

Al llegar a la oficina, el guardia se queda en la puerta mientras yo entro rápidamente al lugar. Tengo la pequeña esperanza que tal vez haya una equivocación y pueda volver a la tranquilidad con mi ángel, pero al mismo tiempo sé que es muy poco probable que haya algún error, varias veces les enseñé a todos los de seguridad fotos y planes a los que abstenerse si ciertas personas aparecían frente al gran portón. De igual forma, deseaba que fuera todo una equivocación, deseaba que fuera solo un pequeño susto, un pequeño estrés.

Rodeé el gran escritorio, mi vista fue con velocidad a la pantalla de la computadora, ya esta mostraba todas la cámaras del lugar.

Aprieto mi mandíbula y puños al mirar la pantalla.

Max.

Sin controlarlo mi respiración comenzó a entrecortarse, hice todo lo que pude para no golpear la pantalla...tengo tantas ganas de golpearlo a él. ¿Acaso no puede quedarse tranquilo, aceptar las cosas como son? Tiene que rendirse como mi Aisa lo hizo, tiene que aceptar que ya no hay nada por el que luchar. Lo odio, lo odio tanto; quisiera tanto hacerle daño, todo el año que por su culpa Aisa y yo hemos sufrido.

¿Acaso no puedes aceptarme como tu querido cuñado?

Tengo todo lo que cualquier persona pudiera desear por su hermana. Yo quiero mucho a Aisa, la amo, la cuido, la protejo, me encargo de que sea feliz...pero nadie puede ver eso, nadie puede ver que yo soy el bueno, yo soy el quien salvó a mi princesa de su sufrimiento.

Veo como Max toca con insistencia el portón del lugar.

-Señor, ¿qué hacemos?

Mi mirada va hacia el guardia en la puerta.

-No lo dejen entrar- digo sin pensar.

Solo quiero que deshacerme de esto rápido y volver con Aisa.

El guardia se va rápidamente a avisar a los demás; mi vista vuelve hacia la computadora, veo con cuidado todo lo que sucede.

Un guardia sale y recibe a Max, me imagino que comienza a decirle que no pueda entrar, puedo ver la frustración en el rostro de mi cuñadito y casi quiero reir por eso, me encanta ver su rostro enfadado.

Me tenso por un momento, veo como trata de esquivar al guardia. Aprieto mis puños, pero después me relajo ya que otro hombre aparece y lo detiene. Respiro nuevamente.

Los guardias se mantienen serios y rectos a todo momento, por orden mía, ya que el ponerse agresivos traería más problemas.

Max se va.

La tranquilidad no tarda en llegar, me siento muy complacido con el resultado, ahora estoy seguro que puedo volver con Aisa. Una sonrisa aparece en mi rostro al pensar en ella, la manera en la que me miro temprano, la manera en la que me tocó, tan delicada...

ContigoWhere stories live. Discover now