Treinta y siete

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—¿A donde vamos? —pregunto siguiéndole de cerca al ver que nos dirigimos a la parte de atrás del lugar.

—Se entra por detrás —me dice—, y quiero que veas antes el jardín.

Avanzamos a la parte trasera y debo tener cuidado por donde camino.

Ethan lleva días de morros metido en el despacho en casa y en el despacho en la oficina. Por ordenes de él Patrick no me deja ni a sol ni a sombra siempre que él no está cerca y bueno para quedarme más tranquila un amigo de Patrick sigue a Ethan aunque últimamente sale poco y se pasa el día con el portátil.

Por las noches duerme pegado a mi espalda agarrándome y no me deja ni levantarme a ir al baño.

Estar tanto tiempo metidos en casa se me hacía insoportable. El año apenas había empezado y ya estaba yendo mal con Ethan tan paranoico. Me costó convencerle de que salgamos un rato pero al final cedió y dijo que quería salir y tener una cena romántica en un lugar que decía que iba a ser especial.

—¡Ay! Ethan, mi amor —me quejo porque me cuesta caminar por el césped— llevo unos tacones de aguja que tu elegiste y me haces venir por el césped.

Esta mañana me sorprendió con un vestido precioso hasta la rodilla blanco con encaje de flores sin escote que cierra alrededor de mi cuello y que se ensancha con un delgado lazo en mi cintura. Un vestido muy diferente a lo que suele gustarle. Y los tacones son de tiras finas blancas tipo sandalia con algo de plataforma y el tacón casi de aguja.

—Sujetate a mi siempre nena —me rodea la cintura con el brazo y me pega a su costado—. Sabes que nunca te dejaré caer.

Avanzamos por el pequeño caminito hacia el jardín trasero y unos pequeños farolillos colocados estratégicamente por todo el jardín iluminan la hierba verde y las macetas con preciosas plantas que parecen brillar por la noche, en algunas hay incluso pequeñas luciérnagas.

—Esto es precioso —murmuro.

La gran fuente que hay el centro con figuras de cisnes rodeándola aunque está apagada se ve magnífica y preciosa, con agua cristalina llena plantas acuáticas y nenúfares decorando la estatua de la bailarina de ballet en la parte superior.

—¿No crees? —pregunto al ver que no dice nada.

Me giro para mirarlo y lo noto inquieto, mirando fijamente el agua mordiéndose el labio. Entonces carraspea y me mira.

—Loren —dice en tono serio y arqueo mis cejas mirándole, me agarra de las manos y la intensidad de su mirada es abrumadora—. Te he traído aquí por algo.

—No pretenderás que follemos en esa fuente, ¿verdad? —bromeo al verle tan nervioso.

Ethan alza la cejas, mira la fuente y una sonrisa se forma en sus labios.

—No se me había ocurrido hasta ahora, suena bien —dice riendo echándole un ojo a nuestro alrededor—. Pero no es eso, quiero decirte otra cosa.

—¿Que te pasa? Estás muy pálido —le toco la mejilla y se estremece—. Y te sudan las manos.

Ethan respira hondo un instante con los ojos cerrados antes de clavar sus ojos claros en los míos.

—Loren eres lo más bonito que me pasó en la vida —comienza y me quedo muda—. Llegaste a mi vida hace casi un año para volverme loco. Nunca pensé que una mujer llegaría a robarme el corazón hasta que llegaste tú y te adueñaste de todo mi ser haciéndome tuyo para siempre.

—Que bonito eres mi nene —murmuro emocionada.

—Con esto te quiero decir que tu también eres mía nena, en todos los sentidos menos en uno y es lo único que nos falta para ser el uno del otro.

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Where stories live. Discover now