Cuarenta y seis

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—Ya es el momento señora Langford.

Trago saliva con el aviso del médico y espero pacientemente a que retire la venda de los ojos.

—Hemos bajado la intensidad de la luz para que no le haga tanto daño.

El último trozo de venda cae de mis ojos y respiro hondo escuchándolo apartarse y a Ethan lo noto muy quieto a mi lado. Esto de no ver hizo que mis sentido se agudizara y lo siento todo.

—Ya puedes abrir los ojos.

Echo mi pelo hacia atrás y abro lentamente los ojos. Al principio me escuecen y sigo viendo negro pero cuanto más parpadeo más se va aclarando la oscuridad dándole paso a la luz, los colores y las cosas. Parpadeo unas cuantas veces y sonrío en lo que mi vista termina de aclararse y desnublarse.

Mis ojos enfocan al medico a los pies de la cama y a mi hombre sentado a mi lado.

Lo miro fijamente, está nervioso y no deja de mirarme. Puedo detallar su precioso rostro y mejor aún, puedo ver el color de sus ojos. Una explosión de colores claros, una mezcla tan fascinante y difícil de describir. Son azules mezclados con verdes.

—Azules —murmuro—. Tus ojos son azules.

Una sonrisa se expande en sus labios y se pone en pie para besarme dulcemente.

—Estupendo señora Langford —exclama alegre el médico—. En los próximos días lo mejor es que descanse y evite recibir mucha luz, seguramente tenga dolores de cabeza pero son normales.

—Muchas gracias doctor —respondo y con un apretón de manos con Ethan sale de la habitación.

La puerta se cierra y me levanto de la cama dando saltos de alegría pudiendo ver todo a mi alrededor.

—Ey, ey, calmate —me pide Ethan frenandome—. Vuelve a la cama que ya has oído que tienes que descansar.

—Estoy bien —respondo cansada siendo obligada a meterme de nuevo en la cama.

Ethan se sienta en el borde de la camilla y coge mi mano para darle un beso.

—Extrañaba mucho ver tus ojos —murmura metiendo un mechón de pelo detrás de mi oreja.

—Yo extrañaba mucho ver los tuyos —respondo—. Ver tu bonita cara en general.

Le paso las manos por las mejillas notando la barba de varios días pero sigue estando guapísimo.

—¿Y que tal la primera impresión?

—Tan fascinada y maravillada como la primera vez que vi tu preciosa cara.

—Soy el rey de tu mundo, no? Eso dijiste en los votos.

—Lo eres —lo beso muchas veces—. Todo mío.

La comida que me traen a la cena es un asco y no puedo hacer nada. Ethan me quitó el móvil y me tiene prácticamente a oscuras para cuidar mis ojos aunque es agradable cuando se mete en la camilla conmigo a darme besos que me alegran las largas horas que pasamos en el hospital.

—¿Cuando volvemos a casa?

Ayer por la noche ya deberíamos haber cogido el avión parar volver a casa. Estas semanas de vacaciones ha sido una maravilla pero extraño Miami, y mucho más a mis amigos y familia.

—¿No te gusta Italia?

—Si, pero... —tuerzo la cabeza—. Extraño a mis amigos, a mis padres e incluso extraño trabajar. Creo que el golpe me afectó el cerebro.

Ethan se ríe.

—Pasaremos sólo un par de días aquí y volvemos a casa.

Me dan ganas de saltar para celebrarlo pero me quedo quieta porque el Ethan mandon y gruñón es demasiado molesto.

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Where stories live. Discover now