Treinta y cuatro

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Sonreí alegre colocando las decoraciones. Me puse de puntillas para llegar más arriba y dejarla en la rama.

Oí a Rasty en la jaula moverse inquieto y fui hacia él inclinándome cerca.

—Te soltaré si prometes no tirar ningún adorno —como respuesta el animal se acerco a donde estaba mirando por todo el salón—. Y tampoco puedes comerte nada.

Hace tiempo que hemos descubierto que dejar a Rasty suelto por la casa sin vigilancia es mala idea porque le ha cogido el gusto de morder todo lo que encuentra. Ya ha roído varios marcos de fotos de las estanterías. Ethan cierra siempre la puerta de su despacho ya por miedo a que el hurón se coma algunos papeles importantes, como ya le mordió varias corbatas cuando se coló en el armario está enfadado con mi pobre mascota y la odia.

—¡Ethan! —grito y aparece al minuto asomándose por el pasillo—. Ayúdame con esto por favor.

Me mira con fastidio y yo hago pucheros para que acceda. Termina cogiendo los adornos de mis manos y va a colocarlos sobre los cuadros de las paredes, porque como él es mucho más alto llega mejor. 

Y después de muchas horas decorando la casa Ethan llega a mi lado y él extiende el brazo para dejar la estrella dorada en lo alto del árbol.

Le rodeo la cintura por el costado y miro lo bonito que quedó el árbol de navidad.

—¿Hacía falta un árbol tan grande? Ocupa medio salón.

Me aparto mirándolo con los ojos entrecerrados poniendo las manos en las caderas.

—No íbamos a poner tus cutres decoraciones.

Sus decoraciones navideñas consistían en un árbol de unos cuarenta centímetros con cuatro bolas y una diminuta estrella y una figura de papa Noel de veinte centímetros.

Ahora que llegué yo y esta también es mi casa salimos a comprar un montón de adornos y un árbol nuevo de dos metros, por eso ahora en toda la casa se siente un aire navideño maravilloso, sumando el delicioso olor a chocolate caliente y galletas de jengibre que está preparando Karen en la cocina.

Karen nos trae una tazas y un montón de galletas con formas de personas con caramelo y Ethan y yo nos sentamos a comer en el sofá. Mientras Ethan deja sin piernas a las personas de jengibre yo le envío fotos del piso decorado a mi madre.

Me pongo en pie de un salto y miro a Ethan con una sonrisa.

—No te pongas cómodo que tenemos que salir a comprar.

—¿Qué? —pregunta con la boca llena arrancándole la cabeza a otro muñeco de galleta.

—Tenemos que comprar los regalos para nuestras familias y amigos.

Ethan se pasa la mano por la cara y me mira con cansancio.

—Hazles un cheque y no te compliques.

—No vas a regalar un cheque por navidad Ethan —replico poniendo las manos en las caderas—. Un regalo se hace con cariño y pensando en la persona.

Ethan hace muecas y se queja cual niño pequeño cuando lo arrastro fuera de casa hacia el centro comercial.

Revisamos tienda por tienda y voy eligiendo cosas que me gustan tanto para mis padres como para mis mejores amigos y también para la madre y los hermanos de Ethan, en cuanto menciono el comprarle algo a su tío/padrastro recibo un no rotundo que no admite replica por lo que lo dejo pasa y sigo comprando para Hannah y Rebeka en una tienda de maquillaje y otra de ropa.

Le pregunto a Ethan por una idea para regalarle a sus hermano y enseguida va él a una tienda mientras elijo algo en la joyería para mi madre y algo para la suya. Aparece a los minutos con una caja enorme ya envuelta para no me dice que hay dentro. 

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora