Treinta y tres

698 69 40
                                    

En toda la reunión no dejo de notar a Ethan tenso e incómodo sin prestar atención a lo que están hablando. Se mueve inquieto en la silla pasándose la mano por el pelo, tirando de la corbata sin parar y tocando la pantalla de su tablet una y otra vez sin sentido. Se frota la frente cada dos segundos y yo ya tengo la preocupación a niveles extremos.

—Ethan —murmuro para no interrumpir a los que están exponiendo—. ¿Por qué no vas a casa a descansar?

Esta mañana se había levantado con mala cara y en desayunando no dejaba de frotarse la frente y las sienes, pero es tan cabezota que preferí no decir nada. Pero ahora no deja de cerrar los ojos respirando hondo.

—Estoy bien —murmura de vuelta.

—No lo estás —insisto poniendo mi mano sobre la suya—. Hazme caso por una vez y ve a casa a dormir.

—¿Te quieres librar de mi?

—No quiero ver a mi novio sufriendo.

Sus dedos acarician mi mano que se lleva a los labios dándole un beso.

La sala se queda en silencio y echando un ojo veo a todos que se han quedado quietos mirándonos fijamente.

Ethan también levanta la mirada y frunce el ceño.

—¿He dicho que paréis? —exclama con ese tono autoritario de jefe mandon.

—Lo sentimos jefe —murmuran y retoman la explicación.

Me lo quedo mirando fascinada porque en el fondo ese tono de jefe al estilo amo dominante me pone un poquito.

Ethan da por finalizada la reunión pasados veinte minutos y se va rápido a su despacho. Me quedo unos minutos con mi equipo organizando y ultimando detalles de esta campaña y subo de nuevo a nuestro piso yendo al despacho de Ethan. Lo encuentro con la cabeza apoyada en el puño con los ojos cerrados y tiene las cejas fruncidas con molestia.

Acaricio su cabello y se incorpora dejándose caer hacia atrás en la silla, me siento en sus piernas y enseguida me rodea con los brazos. Le aparto el pelo de la cara y aun sigue con los ojos cerrados. Lleva la corbata aflojada y los primeros botones desabrochados.

Poso mis labios en su frente y noto que está un poco caliente.

—¿Por qué eres tan cabezota y no quieres ir a descansar?

—Porque estoy bien, nena —murmura sin energía.

—Cabezón —farfullo haciendo morritos.

Me muevo para estar más cómoda en sus piernas y alcanzo su portátil sobre la mesa.

—Pues si estás bien... —divago—. ¿Por qué no vemos porno juntos?

Una gran carcajada sale de su garganta y yo sonrío.

—¡Eso es! —exclamo contenta—. Ese es el nene feliz que quiero.

—Tú eres la nena que yo quiero —murmura mimoso escondiendo la cara en mi escote—. Que tetas tan maravillosas tienes.

Me río:—Yo creo que debería operarmelas.

—¿Para qué? —exclama apartándose de golpe.

—Porque las tengo caídas.

Ethan las mira frunciendo el ceño y las coje entre sus manos jugando con ellas, apretando y sobandolas a su placer. Las suelta y vuelve a hundir la cara entre ellas.

—Te operas por encima de mi cadáver.

—¿No te gustaría que me pusiera una talla más?

—No —farfulla aún contra mi—. Toda natural.

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Where stories live. Discover now