Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]

Dos

—No me puedo creer que ese gilipollas haya aparecido —bufa Derek.

—Y que le haya echo a eso a Ethan —añade Hannah negando con la cabeza apretando sus labios de forma dura—. ¿Como se atreve a tocar a mi futuro cuñado?

—Ethan no es mi novio, ¿cuantas veces te lo tengo que repetir? —digo tapándome mejor con la manta apretando mas mi cerveza contra mi.

—Cuando te lo creas tu, me lo creeré yo, amiga —se burla Hannah sin gracia.

Termino la cerveza y me inclino para coger la siguiente, y así sucesivamente durante toda la noche hasta que acabo con las existencias de cerveza barata en casa de Derek.

Esa noche tengo pesadillas. Lo que creía o mas bien me obliga a creer que era un buen recuerdo ahora solo es un martirio para mi.

El buen momento que creí pasar ahora solo es una pesadilla y una tortura tanto despierta como dormida. Lo paso peor cuando duermo, cuando estoy despierta simplemente pienso en otra cosa o me distraigo mirando una mosca pero cuando duermo el recuerdo se apodera de mi y no me permite despertar hasta que lo he sufrido todo de vuelta pero con cambios que lo hacen mucho peor de lo que viví. 

Las nubes grises siguen instaladas en la ciudad y no tiene pinta de que quieran desaparecer pronto, parecen estar permanentemente sobre mí como un recordatorio de lo triste que es mi vida desde que ese gilipollas apareció en mi vida hace cinco años para joderme tanto por dentro como por fuera. 

Sigo apoyada contra la cristalera del balcón viendo las nubes dejar caer pequeñas gotas, mi mirada sigue el camino de las gotas que descienden por el cristal hasta perderla entre tantas. Las gotas de lluvia son como las personas, hay cientos y cientos de personas en el mundo, todos somos iguales como las gotas y cuando pierdes una de ellas ni lo notas porque hay cientos mas como esa. Eso mismo pienso de las personas, si una desaparece a penas nada se da cuenta porque hay miles de personas mas como esa.

Hannah se ha ido a trabajar hace unas horas y prometió que volvería a la hora de la comida para no que no este sola a pesar de que Derek estaba conmigo pero hace una media hora se ha ido por una llamada de emergencia de su padre por la empresa, por eso ahora estoy sola en el apartamento de mi mejor amigo. Sola. Como siempre me he sentido desde estos últimos cinco años. Vacía por dentro desde que el que creía que era el amor de mi vida vació hasta la ultima gota de felicidad de mi interior y dejó en su lugar una oscuridad llena de recuerdos y pensamientos tristes y deprimentes.

Entro en el baño y cierro la puerta detrás de mí. Lo primero que veo es mi reflejo en el espejo, los ojos vidriosos y muy rojos, restos de maquillaje por mis mejillas, ojeras negras y muy marcadas bajo mis ojos y la piel pálida como un fantasma. En mis ojos solo veo dolor, ira contenida, decepción de mi misma y una oscuridad intensa e infinita.

Me meto dentro de la bañera y abro el armario del lavabo. Cojo el bote de pastillas y me acurruco contra la cerámica blanca de la bañera observando el vote naranja en mis manos. Abro el frasco y dejo un par de pastillas en mi mato que van directas a mi boca. De tanto llorar me duele la cabeza, así que un par de pastillas me ayudará a dormir y así el dolor se esfume, para siempre. Dejo caer mas pastillas sobre mi mano que van directas a mi boca para acabar en mi estomago con todas las demás hasta que el frasco acaba vacío. Apoyo la cabeza contra la pared y cierro los ojos dejando caer el frasco al suelo. El teléfono vibra en mi bolsillo pero lo ignoro hasta que deja de insistir.

Mis fuerzas empiezan a desvanecerse, mis ojos pesan demasiado, la inconsciencia me llama a gritos para recibirme con los brazos abiertos y noto la calma llegar a mi trayéndome paz y olvido que tanto deseo. 

Estoy tan sumida en el deseo de dormir que no presto atención a la puerta de entrada del piso y solo oigo cada vez mas lejos la voz de Hannah llamarme, pero su voz se hace mas fuerte como si se estuviera acercando y suena preocupada. La puerta se abre de golpe y un borrón que aparece mi mejor amiga aparece delante de mi como si fuera un ángel.