Cuarenta

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Me miro en el espejo del tocador en el que estoy sentada y me refuerzo los dedos tratando de calmar los nerviosa y la ansiedad. Estoy tan nerviosa que creo que voy a vomitar y quizá luego a desmayarme.

Hoy es el gran día.

Sí, después de meses organizando y volviéndome loca llegó el día que tanto deseaba que llegara. Días largos y eternos pasé tratando de decidir cada detalle para que fuera todo perfecto. Fue difícil pero lo conseguí, cada cosa la elegí sin pensar en nadie solo en mis gustos y nada más. Todo lo que yo siempre soñé se hará realidad con la persona que me ha demostrado ser la indicada, el marido que jamás pensé que tendría, incluso más perfecto de lo que debería.

Cuando soñaba con tener un día así me lo imaginaba con una persona que llegué a despreciar y ahora que en su lugar empecé a soñar con el hombre de los sueños de todas las mujeres del planeta. Siento que tengo verdadera ilusión y lo que imaginaba con él no era nada, no sentía ni un mínimo de lo que siento ahora.

Lo difícil fue elegir la fecha. Ethan quería que fuera ya pero yo quería esperar un par de meses a que hiciera mejor tiempo, quería lucir mi vestido y no iba a pasar frío. Y aunque estemos en Miami y haga un tiempo maravilloso casi siempre no quería arriesgarme a que de repente le diera por llover y por suerte hoy hay un sol radiante sin una sola nube molestando.

Me empezaron a sudar las manos según veía el reloj a mi izquierda avanzar. Cogí la botella de champán que me habían traído e intente abrirla desesperadamente por un trago para calmar los nervioso.

Pero justo se abrió la puerta y me vi obligada a dejar deprisa la botella en su sitio.

—Ya estoy aquí —canturreó Hannah entrando en la habitación—. Ethan, Derek, Roman y los gemelos ya están peinados y guapísimos. Así que es el turno de la hermosa novia.

—¿Y yo qué? —se quejó Rebeka sirviéndose la tercera copa de champán.

—A ti no pienso peinarte nunca más traidora.

Después de que Hannah le hiciera aquella permanente a Rebeka que le dejó aquellos rizos tan de abuela nuestra nueva amiga se fue a otra peluquería para arreglarse eso y desde entonces Hannah está resentida con ella.

Hannah se puso detrás de mi apoyándose en mi hombro mirándome con ojos brillantes y una sonrisa en los labios.

—¿Como quieres que te peine mi preciosa novia?

—Pues no sé si llevarlo suelto o recogido.

Hannah pareció pensárselo mirando mi vestido y el velo largo que iba a llevar enseguida se decidió.

—Para la ceremonia llevarás un pequeño recogido y luego quitaré las pinzas para que caiga tu preciosa melena.

Asentí emocionada porque era perfecto. Y enseguida se puso manos a la obra aplicando un productos mientras calentaba la plancha con la que ondeó las puntas de mi pelo y con ayuda de un peine y unas pinzas hice un simple recogido medio que luego sostendría el velo con las bonitas flores blancas con brillantes azules que decoran alrededor de mi cabeza.

—Tengo mucho miedo chicas —admito frente al espejo con Hannah encargándose de mi pelo y Rebeka bebiendo vino en los sofás.

—¿Por qué ibas a tener miedo? —pregunta Hannah con pinzas en la boca haciendo magia conmigo.

Me quedo un segundo en silencio mirando mis manos donde me falta el anillo que me pondrá de nuevo cuando estemos en el altar.

—¿Y si dice que no?

Entonces recibo un puñetazo en el hombro y me quejo sobandome la zona.

—Moratones en mi boda no —me quejo.

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Where stories live. Discover now