Seis

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—¿Por qué eres tan cruel? —me quejo siguiéndolo.

—Porque me hicieron así —responde sin mirarme.

—Ethan por favor —hago pucheros tirando de su camisa—. Mi amor venga.

Se para, se gira a mirarme y yo sonrío coqueta.

—No intentes convencerme llamándome mi amor porque no va a funcionar —replica quitando mis manos de su camisa para alisarla con la manos.

—¡Shit! —gruño.

—¡Loren! —me grita Karen—. En mi casa no se dicen palabrotas.

—Técnicamente es mi casa y yo decido —dice Ethan pero Karen le da una mirada asesina y luego me mira a mi—. Ya has oído a la señora, nada de palabrotas.

—Lo siento —farfullo cruzándome de brazos.

—Ve a vestirte de una vez —me dice Ethan empujándome y aprovechando a tocarme el culo.

—Pero no quiero —me quejo haciendo pucheros.

—Loren —me advierte poniendo cara de malo pero me parece demasiado sexy para darme miedo—. No eres una niña así que ve a vestirte de una vez o lo haré yo.

—Así ya vas practicando para cuando tengáis hijos —se burla Karen sirviendo el desayuno en los platos.

—Creo que tirarme a los Everglades desnudo y con carne fresca suena menos doloroso que soportar una versión pequeña de ella —me señala y yo pongo cara de indignada alejándome por el pasillo—. ¡No te vas a librar de ir a la oficina! —oigo que grita por el pasillo.

—¡Que te den Langford! —grito de vuelta.

Llevo buena parte de la mañana desde que nos despertamos quejándome de las pocas ganas que tengo que ir a la oficina y enfrentarme a todo lo que dejé tirado cuando me recluí como ermitaña en la casa de Derek —el cual no deja de llamarme igual que Hannah desde que me marché sin decirles nada y volví a casa de mis padres—, además de que la idea de quedarnos en la cama todo el día como llevamos haciendo desde hace dos días es mucho mas apetecible que vestirnos para ir a trabajar aunque seguramente acabemos de nuevo desnudos sobre la mesa de la oficina de Ethan.

Pensándolo bien esa idea me resulta excitante a pesar de que ya lo hayamos hecho. El Ethan que veo en la oficina exhuma poder, es un adonis sexy que me moja cuando actúa como el jefe dominante y no me importaría que me castigue de las formas que se le ocurran.

Me adentro en el armario y rebusco entre la cantidad de ropa que Ethan compró para mi, se conoce mis gustos pero la mayoría es la clase de ropa que le gusta a él que me ponga. Vestidos y faldas cortas y flojas, algunos vaqueros y camisetas y blusas con escotes pronunciados, para ir a la oficina elijo mi estilo habitual pero esta vez parezco mas ejecutiva sexy.

—La próxima vez que tengas la brillante idea de comprarme ropa me dejas elegir a mi —digo entrando en la cocina tirando del borde la falda hacia abajo.

—¿Cual es el problema? Yo creo que elegí bien —se lleva un trozo de tostada con mantequilla a la boca—, yo te veo muy sexy.

—Demasiado diría yo —me burlo señalando que se trasparente un poco mi sujetador—. Me estarán mirando muchos hombres.

—No tienes de que preocuparte nena, si alguno se atreve a tocarte un solo pelo de esa hermosa cabecita le romperé cuello por tocar a mi chica —forma una sonrisa tensa en sus labios—. Y si se atreven siquiera a mirarte los convertiré en carnaza para cocodrilos.

Me lo quedo mirando con ojos cansados cuando sus ojos van a mi escote.

—Elegiré yo la próxima vez —me quejo.

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu