C50 No pares de atacar.

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La espada de Akatsuki parpadeo amenazante mientras era balanceada y repelida, una y otra vez.

La marca en su mano derecha ardía intensamente quemando el dorso de su mano, era una clara de indicación de la inconformidad del dios de la luz ante las acciones de Akatsuki.

Sin embargo, la mente de Akatsuki estaba increíblemente clara, y pese a todo, su raciocinio había sido opacado por su codicia.

Pero no te dejare llamar a Akatsuki una persona codiciosa, el no es esa clase de persona, sin embargo ese Rubí parecía no tener límites a la hora de robar el corazón de aquellos que lo miraban directamente.

La espada se balanceo nuevamente con un dominio ecepsional y elegante, o amenos eso parecía para alguien que no estuviera acostumbrado a luchar en peleas de espadas.

Rubí era capas de mantenerse al día gracias al las habilidades de manejo que su alma había robado, sin embargo su mente no era capas de sacar el mayor provecho de sus habilidades.

En este punto tal vez se estaba manejando con un 15% de su capacidad teórica, algo que desde fuera parecería una burla de un rival sobre otro era realmente Rubí siendo tirado dentro de un pozo de desesperación y angustia.

Por suerte para Rubí haber muero al menos una vez antes y sobrevivir para contarlo tenía sus ventajas.

Estaba nerviosa sin duda, pero por suerte esto no estaba disminuyendo su capacidad para luchar; independiente de esto, su angustia no paraba de crecer, y como su angustia no paraba de crecer Rubí se preocupo aún más, parecía que su precaución crecería hasta el infinito.

Puede que Akatsuki mirará hasta cierto punto la creciente ansiedad del demonio, no porque lo viera, era más bien un sexto sentido que le decía dónde debía atacar.

La marca en su mano se volvió repentinamente negra mientras una risa burlona sonó sin llegar a ser escuchada.

Entonces el color de esta marca se prendió en un suave morado.

Akatsuki sintió una renovada confianza inundando su cuerpo, se movía más rápido, sus movimientos eran tan fuertes que el suelo sobre el que Rubi estaba parada se empezó a fragmentar.

Y pese a todo, su espada plateada seguía intacta ignorando el hecho de estar siendo balanceada continuamente contra un metal mitológico de clase leyenda.

La presión se sentí en el ambiente.

Balanceo tras balanceo Akatsuki simplemente not le daba espacio para reaccionar a su enemigo.

Parecía que habían llegado a un punto muerto, y pese a todo la presión y angustia que se ejercía sobre el Demonio no paraba de aumentar.

Una sonrisa maníaca y de confianza apareció en el rostro de Akatsuki.

Pero en ese momento...

El cuerpo de Akatsuki fue estrellado repentinamente contra la pared de la sala del trono.

La pila de esqueletos se habían movido para serle un puñetazo con la potencia de un cañón.

Si Rubí estuviera calmado no hubiera hecho este tipo de ataque que sería fatal para cualquier humano que lo recibiera.

Sin embargo el demonio olvidó en que mundo estaba.

La persona vistiendo el hábito de monja ce lanzo hacia el Demonio en menos de un segundo.

La sorpresa entorpeció la reacción del demonio, balanceó su espada en un movimiento horizontal intentando alejar a su enemigo.

Por desgracia para ese demonio el talento natural como espadachín era francamente abrumador.

No puedes morir, si ya estas muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora