C61 El terror milenario.

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En un camino al norte de Silitur.

Un carreta de madera tirada por un solo caballo, transitaba un tranquilo camino al borde de un gran bosque.

En el asiento delantero un hombre bigotudo y castaño cantaba con un ritmo alegre.

A su derecha un mujer en sus 20, de cabello negro amarrado en una cola de caballo le seguía el ritmo.

En la parte de atrás, en la sombra de la carreta, entre las cajas y productos comestibles.

Un chica con un vestido simple y un poco desgastado se quedó callada de repente.

Sus ojos rojos miraron hacia el este mientras los padres de la niña siguieron cantando ajenos a lo que su hija acababa de sentir.

Ella se relamió los labios mientras una sonrisa misteriosa apareció en su rostro.

Miro hacia el bosque y murmuro para si misma.

|Es un buen trato, me gusta|

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Ruby parpadeo un par de veces con confusión.

Miro de lado a lado como si no supiera donde se encontraba, dirigió su mirada ante el ente que tenía delante suyo y se pregunto en voz alta.

|Siempre hubo un espantapájaros ahí?|

Las manchas negras de formas humanoides que se encontraban destrozadas por el suelo parecían no entrar en el campo de visión de Ruby.

El cuerpo sin manos que el demonio estaba poseyendo se puso de pie.

Un par de manos negras salieron intentando remplazar a las faltantes.

Ruby se acaricio la barbilla pensante, se limpio un poco de la sangre que le salpicaba el rosto y miro con mayor detenimiento a esa amalgama de palos rupestres.

El sonido de una rama crujiendo no paso inadvertido a los oídos del demonio.

|La verdad, me daría un monton de miedo ver a esta cosa moviéndose... como sea, creo que ya es momento para liberar a mi cuerpo principal.|

El crujir de la madera se volvió a escuchar en el plazo en el que la nube de humo salía del cuerpo del difunto Isak.

Pero esta vez no se detuvo ahí.

Esa nube de humo que se supone es el demonio del Ruby estaba impactada.

En un segundo, el cuerpo en el que se encontraba hasta hace solo unos segundos acababa de ser devorado por ese espantapájaros.

Todo sucedió tan rápido que solo pudo ver una mancha negra moviéndose.

Ruby miro incrédulo como los palos parecían moverse rítmicamente como si estuvieran masticando algo. El espantapájaros hizo el gesto de tragar y tras unos segundos de tenso silencio torció su cuello con un crujido demoniaco.

Un par de bolas fantasmales de color amarillo parecían revolotear en lo que era la cabeza del espantapájaros.

Una voz susurrante y siniestra, tan sutil como el viento, tan salvaje como un lobo jadeo en un tono apenas entendible.

|Alimentame niebla, ALIMENTEAME!|

|Eh? Ah? Espera, me hablas a mi? Y-yo... no tengo comida lo siento!|

En un segundo la niebla negra salió corriendo del lugar y volvió a su cuepro original...

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No puedes morir, si ya estas muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora