C115 Lucius Samael

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Las estrellas de un cielo fantasioso brillaban sobre el cielo de aquel lugar, las pálidas luces de la luna se infiltraban en aquella habitación iluminada por una pequeña linterna de aceite, las paredes de una hermosa piedra caliza pulida y decoradas con tapices de varios diseños eran salpicadas por aquellos hermosos rayos de luz mientras el viento acariciaba suavemente la tela.


Allí, en lo alto de una torre un hombre joven que casi podría ser llamado un chico se estiró lentamente, él abrió su boca en un cansado bostezo extendiendo una lengua bifurcada y mostrando al aire por unos segundos sus largos caninos. Su figura era musculosa y de piel morena, su altura sin duda alguna superando 1 metro 90 centímetros.

El chico se estiró sobre su asiento dejándose llevar sobre su peso por unos instantes escurriéndose entre los rincones de su silla de madera pequeña para su tamaño, sus extremidades doblándose en un sentido que no debería ser posible para una persona común y su espalda retorciéndose sobre su propio peso como si la persona en cuestión no tuviera huesos, resbalándose de su asiento el joven príncipe terminó en el suelo frío donde se quedó por unos segundos con los ojos cerrados antes de estornudar ligeramente.


Tras aquello, como si de un resorte se tratara el joven príncipe se incorporó y miro a su escritorio una vez más.


Para cualquiera este sería un escritorio extremadamente desordenado, pero esto no era así para el príncipe, en el centro del escritorio, una pila de diversos documentos estaban ligeramente dispersos, algunos cubiertos por documentos más recientes y algunos otros por joyería de diseño particular, cerca, a la derecha una pequeña linterna de aceite brillaba suavemente, parpadeando, amenazando con apagarse en cualquier momento, y por último, en el centro, una carta, escrita en un material que se parecía al cristal y hecha con runas.


El joven príncipe se apoyó sobre la mesa y miró distraídamente la luz de la linterna de aceite extinguirse, en la oscuridad sus ojos heterocromáticos brillaron con una luz casi amenazadora mientras una amplia sonrisa aparecía mostrando sus prominentes caninos.El príncipe se puso de pie con la carta en la mano y una actitud bastante relajada.

|¡Madre!| Dijo en voz alta aquel príncipe. |¡Te amo tantísimo madre!| Riendo ligeramente el príncipe miró por la ventana balanceando de lado a lado su cola de aspecto reptiliano.

De repente la habitación se iluminó con repentino destello de luz cuando la carta en la mano del príncipe estalló en llamas, el príncipe, sin embargo parecía totalmente cómodo con aquello, con aquella bola de llamas en su mano derecha el príncipe empezó a moverla entre sus dedos juguetonamente.


En aquel momento la puerta de la habitación se abrió y una mujer madura de cabello rojizo con un par de gafas y un uniforme militar así como un sable atado a su cintura entro en la habitación.

|Escuché una conmoción en su habitación mi príncipe, ¿requiere de mi ayuda para algo?|

Sin darse la espalda el joven príncipe se encogió de hombros.

|Roberta, acabo de recibir una carta de mi madre.|

Los ojos de Roberta se abrieron con sorpresa por unos segundos antes de que su cara se volviera sería de nuevo.

|Ya veo, aquello es... inesperado.|

El príncipe asintió aun jugando con la llama entre sus manos.

|En efecto, al parecer se enteró de la invitación a mi fiesta de cumpleaños que envié a aquella chica que se llama a sí misma General.|


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⏰ Última actualización: Jul 13, 2023 ⏰

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