La vida de Amelia Ricci da un giro inesperado cuando, debido a una serie de circunstancias que amenazan la estabilidad y el honor de su familia, se ve obligada a casarse con un influyente empresario cuya reputación es tan impecable como su fortuna.
...
(En multimedia se encuentra como es que me imagino los ojos de Amelia.)
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Todos desean estar en la cima del éxito, sentirse poderosos y ser más que los demás, así sintiendo el sabor y poder de la gloria...
Pero ¿y el infierno? Muy pocos son los que desean conocerlo.
Desde niño, todos me repetían que sería un fracaso, en mi adolescencia fue lo mismo "ese asqueroso drogadicto de Brian será un auténtico fracasado".
La única que no creyó en esos comentarios me abandonó, quiso hacer su vida en África, apoyando a los demás.
Por eso, se lo dejé muy claro a Amelia. Conmigo es la gloria o el infierno, y con ella quisiera probar ambas, quisiera verla arder conmigo en el mismísimo infierno.
Observo en mi Rolex que tengo veinte minutos antes de que inicie la junta con esos nuevos inversionistas, y cierro los ojos recostándome pensando en ella y la noche anterior.
(Flashback...)
— Ambas — su voz sale en un susurro observando como su respiración es lenta.
Sonrió con diversión al verla tan excitada y en como pasa saliva cada vez que acarició su labio inferior.
La atraigo hacia mí y ella suelta un jadeo al sentir mi erección. Es imposible controlarme al ver su actitud: débil, cariñosa y atrevida.
— Debería de irme...
— Shh... — la calló con un beso y no pierdo ni un segundo en sujetarla de la nuca y profundizar.
Pido acceso para meter mi lengua y estas se entrelazan, chupando una y otra vez. Ella me acaricia el cuello y yo sujeto su cabello apartándola, quitando mi camiseta y ella ríe quitándose el vestido.
— ¿Venías preparada? — le cuestionó sujetando uno de sus pezones.
— No utilizo sostén.
Asiento masajeando y pellizcando sus pechos y pezones, estos últimos están duros y ella cierra los ojos disfrutándolo. Agarro su mano y la pongo encima de mi polla moviéndola de arriba hacia abajo.
— Tengo nov.. — no termina la frase cuando nuevamente la beso.
Me importa una mierda, si tiene novio o prometido. Ella muerde mi labio y es ahí cuando soy brusco con ella y la recuesto subiéndome arriba.
