Capítulo 2: Encuentros y reencuentros

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El próximo número tenía que quedar acabado ese mismo día y de ahí el ajetreo que había en la redacción. Los demás compañeros acudieron a ellas para poder terminar a tiempo y mandarlo todo a la imprenta así que Luisa se quedó con las ganas de acercarse a Amelia e ir conociéndola un poco más. Se limitó a cumplir órdenes aunque también estuvo ojo avizor por si se producía algún movimiento sospechoso.

No pudo hablar con ella en la redacción pero tampoco se dio por vencida y encontró la excusa perfecta para pedirle que la acompañara en el camino de vuelta a la plaza. Las dos entraron en el metro y tuvieron la fortuna de encontrar un par de asientos libres que ocuparon rápidamente antes de que se les adelantaran.

- Menudo día - dijo Luisa dejándose caer en su asiento con un suspiro.

- Sí - rio - para que luego digan que ser periodista no es un trabajo de alto riesgo.

- ¿Y cómo es que te decidiste a estudiar periodismo? - se interesó.

- Desde bien pequeña me llamó la atención. Creo que cumple una labor social muy importante y siempre me gustó escribir. ¿Y tú?

- A mí me viene de familia. Era esto o profesora.

- ¿Y por qué no profesora?

Demasiados recuerdos.

- Porque hay que tener vocación y mucho valor para ponerse a estudiar para unas oposiciones - contestó divertida.

- Ya, eso sí...

- Pero le he cogido el gusto a esto de ser periodista así que no me quejo.

- Yo espero estar a la altura.

- Seguro que lo estás. Además, soy bastante flexible como supervisora, no tienes de qué preocuparte - le guiñó un ojo.

- Me dejas más tranquila entonces - dijo entre risas.

- Oye, que muchas gracias por acompañarme. Si no fuera por ti estaría completamente perdida en el barrio. No te imaginas lo que me ha costado encontrar la redacción antes, casi llego tarde. - mintió.

- No tienes que dármelas, cuando necesites que te guíen yo lo hago sin problema.

- Pues te tomo la palabra - le sonrió.

- ¿Es tu primera vez en Madrid?

- Sí, no había tenido oportunidad de venir antes.

- ¿Vienes de muy lejos?

- Granada - dijo la primera ciudad que se le vino a la cabeza.

- Vaya... ¿y piensas quedarte definitivamente?

- Si todo va bien, sí.

- ¿Tú sola?

- Yo sola. ¿Te extraña?

- ¿Eh? No, no... bueno, sí. - Luisa rio - Perdón, es que pensaba que a lo mejor tenías familia aquí o pareja... no sé.

En los tiempos que corrían no era común que una chica joven se mudara sola a una ciudad nueva y menos a la capital. Amelia lo consideraba un acto de valentía y le pareció que Luisa debía ser una mujer independiente y con las ideas muy claras para atreverse a dar ese paso. 

- Mi familia ya tiene su vida hecha en Granada y no me parecía justo sacarles de allí. - Amelia asintió comprendiendo los motivos. - Y pareja no tengo.

Luisa la miró directamente a los ojos sin ningún tipo de pudor y Amelia, lejos de achantarse, le mantuvo la mirada aunque aquello apenas duró un instante. Acababan de llegar a su parada y se levantaron para bajar antes de que se les cerraran las puertas, perdiéndose entre el resto de gente que también se dirigía a la salida.

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