Capítulo 32: Caretas fuera

227 35 11
                                    

Su relación con Virginia ya no iba a ser la misma, hasta comprendía que hubiera dejado de confiar en ella,  pero tenía razón y ya que se estaba arriesgando por ayudarla se merecía estar al tanto de todo. No entraba en sus planes contarle la verdad, de hecho la Luisa del pasado lo habría considerado un absoluto fracaso, pero estaba aprendiendo a aceptar las cosas como venían y asumir que estaba muy lejos de ser perfecta. Tanto empeño en forjarse una coraza durante todo este tiempo y no se había parado a pensar en que los sentimientos le habían ganado la partida incluso antes de empezarla.

Se había hecho bastante tarde pero tenía que hacer una última parada antes de volver al hostal.

— Buenas noches, ¿en qué puedo - — la chica calló de repente. — ¿Pero qué haces tú aquí? No sabía que estabas en Madrid.

— Ya ves, la vida que da muchas vueltas. — las dos sonrieron y se dieron un abrazo.

— Será para ti, hija, porque yo llevo toda la vida en el mismo sitio.

— Te lo has montado bastante bien, no tienes motivos para quejarte.

— Ahí te doy la razón, por suerte el negocio da para ir tirando hasta en estos tiempos tan difíciles. — cruzó los dedos. — Y que siga así.

— ¿Sigues los consejos que te di?

— Sí, sí, voy con mucho cuidado. Alguna vez que otra ha entrado la policía pero no se han olido nada.

Luisa miró a ambos lados y se sacó una foto del bolsillo.

— ¿Conoces a esta chica?

— Es una clienta habitual.

— ¿Está dentro?

— Uy, ¿y ese interés? ¿Es tu novia o algo?

— Deja de hacer de celestina, anda. ¿Está o no?

— No, hoy no ha venido.

— Bien, entonces sí que voy a pasar un rato.

— Adelante, como si estuvieras en tu casa. — dejó que entrara primero y la siguió. — ¿Qué pasa? ¿Estás evitando a esa chica?

— Es una historia muy larga.

Se acercaron a la barra y ocupó una esquina que había libre.

— ¿Quieres tomar algo?

— No, gracias, no tengo mucho tiempo. He venido a advertirte.

— ¿De qué?

— Hace un par de noches vino por aquí una chica pelirroja, más o menos de mi altura. ¿Te suena?

— Creo que sí. No tenía reserva así que no la dejé pasar.

— Es policía.

— ¿Qué?

— No creo que vuelva, pero si lo hiciera tú ábrele y disimula. Le enseñas los permisos y cuanto antes se vaya mejor.

— Joder, pues gracias por decírmelo. Hacía tiempo que no se pasaban por el local.

— Cuando se aburren empiezan a rondar buscando a alguien con quien desquitarse.

— Y ya de paso abusar un poco de su autoridad.

— Nada nuevo bajo el régimen.

La chica miró con disimulo hacia la derecha.

— Oye, creo que alguien se ha fijado en ti.

Luisa miró en la misma dirección y una rubia le sonrió.

— Pues se va a quedar con las ganas, tengo que irme ya.

House of cardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora