Capítulo 25: Distancia

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Madrugó más de lo habitual para salir temprano y no tener que encontrarse con Luisa. Sin embargo, la rubia parecía haberle leído el pensamiento porque la vio nada más abrir la puerta de su edificio.

— Amelia. — la llamó.

Amelia empezó a andar, ignorando su presencia.

— Eh, oye, Amelia. — fue hasta ella y se puso delante para cortarle el paso. — Sé que lo de anoche –

— Lo siento, tengo prisa. — la interrumpió. — Me esperan en clase.

— ¿A estas horas?

Estaba claro que era una excusa, ni siquiera era capaz de mirarla a la cara.

— Sí. — la esquivó y siguió avanzando.

— Está bien, ya hablaremos luego en la redacción. — le dijo desde la distancia.

Amelia desapareció de su vista sin llegar a decirle que no pensaba volver al semanario.

⋆★⋆

— Lo vas a marear. — dijo refiriéndose al café al que llevaba cinco minutos dándole vueltas. — ¿Qué pasa?

— Nada, que no dejo de pensar en lo de Fede.

— ¿Solo eso?

Amelia miró a Mateo y suspiró.

— Ayer intenté sacar unos panfletos para repartirlos por ahí y que se corriera la voz sobre su situación.

— ¿Intentaste?

— Sí, porque Luisa me descubrió y me quitó los que ya tenía hechos.

— Pero... ¿te va a delatar?

— No creo, pero acabamos discutiendo. — se calló porque pasaron un par de chicos por detrás de su mesa. — Dice que me estoy arriesgando demasiado y se ha empeñado en quitarme la idea de la cabeza.

— Ya veo...

— Es que se está comportando como si fuera mi madre, me pone de los nervios.

—Pues hazle creer que no vas a seguir por ese camino.

— Ya lo he intentado pero no se lo ha tragado.— le dio un sorbo al café e hizo una pequeña pausa. — Por eso he decido ponerme más drástica.

— ¿A qué te refieres?

— A que voy a evitarla. Mi padre me ha recomendado que no vaya a la redacción en unos días, no quiere que este tema me salpique, bueno, que le salpique a él, y le he dicho que vale. Así no tengo que verla todos los días y en esas horas libres seguiré investigando lo de Fede.

— ¿Estás segura de que quieres seguir con esto?

— ¿Te vas a poner tú también en plan sargento?

— Amelia, lo digo porque sientes cosas por ella y esto va a afectar a vuestra relación.

— Da igual lo que sienta, está claro que no tenemos ningún futuro. Además, que quizás no es como yo me pensaba, porque viendo cómo está actuando...

— Depende de cómo quieras mirarlo.

— ¿Qué?

— Si no le importaras no se pondría así de protectora contigo.

— ¿Y de qué me sirve importarle si intenta controlar cada cosa que hago?

— ¿Has probado a explicárselo así como me lo estás contando a mí?

— Le dije que le agradecía su preocupación pero que sabía cuidarme sola.

— Me refiero a una conversación, no a una frase.

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