Capítulo 19: La merienda

557 46 8
                                    

Con el apartado del consultorio ya listo para ser incluido en el próximo número, dedicaron la mañana a redactar una reseña sobre el estreno de una película que apuntaba a causar sensación entre los españoles. Fede ya había revelado las fotos que había hecho durante el evento así que les echaron un vistazo para inspirarse y elegir la más adecuada para acompañar al texto.

Amelia dejó de morder el bolígrafo y se recompuso en su asiento cuando Luisa terminó de leer.

— ¿Qué? ¿Qué te parece? Quizás debería resumir más la parte del argumento, que me ha quedado un poco larga...

— Está genial, no hace falta que le cambies nada. — le dijo sincera aunque la morena no pareció quedarse muy convencida. — De verdad, parece que lleves años haciendo esto. Ya les gustaría a muchos escribir así.

— Bueno... también será porque tengo una buena maestra.

— Todo el mérito es tuyo. Llegarás a ser una de las mejores periodistas de este país, no me cabe la menor duda.

Se le daba bien calar a la gente aunque tampoco hacía falta ser muy avispada para darse cuenta de que Amelia lo tenía todo. Tenía la vocación, el talento, el olfato, las ganas... y además se esforzaba como la que más. Trabajar con ella era muy fácil, siempre andaba atenta y dispuesta a aprender. Estaba convencida de que tarde o temprano llegaría a abrirse paso en aquel mundo de hombres.

— No adelantes acontecimientos, anda, que a saber dónde estaremos de aquí a un tiempo.

— Ya te lo he dicho, tú triunfando.

—¿Además de periodista eres adivina? — preguntó divertida.

— Puede ser. — respondió misteriosa, haciendo reír a Amelia.

— Pues se me deben de haber pegado algunos de tus poderes porque fíjate que yo de ti pienso lo mismo.

— Ah, ¿sí?

— Sí. De hecho, dentro de unos años te recordaré esta conversación para que veas que llevaba razón.

Luisa sonrió pero lo que sintió al oír hablar de ese futuro hipotético no se correspondió en absoluto con la expresión de su cara. Sabía que eso no iba a ocurrir porque, pasara lo que pasara con la misión, sus caminos iban a acabar separándose para siempre. Esa relación tenía fecha de caducidad desde antes de que empezara y, aunque lo tenía más que asumido, pensar en ello ahora le dejaba un sabor amargo. Ya estaba acostumbrada a hacer sacrificios, a anteponer el plan a cualquier otra cosa, pero cada vez le sabía peor salpicar a Amelia con sus decisiones.

— Oye, Luisa...

— Dime.

— Quería proponerte una cosa, pero vamos, que si no quieres no te preocupes que no tienes ninguna obligación de decir que sí ni nada por el estilo.

— ¿De qué se trata? — la miró atenta.

— Verás, es que... le hablé de ti a mi madre y bueno, me pidió que te propusiera venir a merendar una tarde a casa. Dice que le gustaría agradecerte en persona que me estés ayudando aquí en la redacción. — hizo una pequeña pausa, tanteando su reacción. — Pero que si no te apetece yo le digo que estás ocupada y se le acabará olvidando todo, no pasa nada.

— Me parece bien, ¿cuándo sería?

— Pues... no sé, cuando quieras. Mientras no coincida con los días que mi madre queda con sus amigas, cualquiera le viene bien.

— ¿Esta tarde?

— Eh... sí, por ejemplo. — dijo algo descolocada.

— ¿Por qué se te ha quedado esa cara? — preguntó divertida.

House of cardsWo Geschichten leben. Entdecke jetzt