Capítulo 54: Acción-Reacción

271 27 14
                                    

Llamó al timbre y se apoyó en el marco de la puerta.

— Hola, guapa. — dijo con una sonrisa y una ceja levantada.

Amelia echó a reír y la agarró del brazo.

— Pasa, anda. — cerró la puerta.

— ¿De qué querías hablar?

— De lo de mi padre.

Pasaron al salón y se sentaron en el sofá.

— ¿Has encontrado el contrato?

Amelia asintió.

— Pero no tiene nada fraudulento, solo prueba la creación de una sociedad para cubrir servicios de seguridad a Franco. Hugo habrá cometido alguna ilegalidad usando la sociedad y con eso le está chantajeando, pero en ese caso las pruebas las debe de tener él.

— Ya... y tú que le conoces más que yo, ¿tienes alguna idea de dónde las puede estar guardando?

— Me extrañaría que las tuviera en casa... — llamaron al timbre. — Debe de ser Mateo, es que se enteró por su padre de que pasaba algo y se lo tuve que contar todo. — se levantó. — No te preocupes que está al tanto de lo nuestro.

Luisa se recolocó en el sofá algo incómoda. Mateo sería de la confianza de Amelia pero no le hacía demasiada gracia que le hubiera involucrado. Cuanta menos gente supiera lo que estaba pasando con Tomás mejor, y más teniendo en cuenta que se había convertido en un mal necesario para llevar a cabo la misión.

— Voy a traer algo para merendar, que se piensa mejor con el estómago lleno. — dijo Amelia antes de marcharse hacia la cocina.

— Hola. — dijo educada.

— Hola. — dijo un poco seco, sentándose en el sillón y no al lado en el sofá. — Mira, ya que hemos coincidido me gustaría aclarar un par de cosas.

— Pues... tú dirás.

— No me acabo de fiar de ti. — confesó. — De hecho, le aconsejé a Amelia que no te diera otra oportunidad pero es su decisión y como amigo suyo no me queda otra que respetarla.

— Agradezco tu sinceridad.

— Y yo te agradezco que la libraras de Hugo, pero te pido por favor que dejes de marearla y que tengas las cosas claras porque no se merece que le hagas más daño. — dijo contundente. — Y como me entere de que se lo haces, te las vas a tener que ver conmigo.

Luisa no tuvo opción a responderle porque segundos después apareció la morena con una bandeja con café y galletas.

— A ver, ya le he contado lo que he descubierto del contrato. — informó a su amigo y se sentó en el sofá con Luisa.

— ¿Y lo de la idea peregrina que se te ha ocurrido?

— ¿Qué idea? — la miró.

— Bueno, que... había pensado que Hugo querrá acercarse a mí otra vez en algún momento y...

— Ni hablar. — intuyó por dónde iba. — No hay necesidad de ponerte en peligro de esa forma.

— Eso mismo le he dicho yo.

— Pues ya me diréis qué hacemos. — se cruzó de brazos. — Alguna manera tenemos que encontrar para hacernos con esas pruebas.

— Yo me encargaré, pero tú no te vas a arriesgar. — insistió, convencida.

— Te tiene en el punto de mira, tampoco es seguro para ti.

— Eh... igual yo... — las dos le miraron.

House of cardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora