Capítulo 15: Descubrimientos

499 42 1
                                    

Se puso a dar vueltas por el despacho con un cigarro en la mano, haciendo tiempo hasta que apareciera Amelia. Tenía que arreglar las cosas esa misma tarde, aquella incomodidad no hacía más que entorpecer su verdadero propósito y en el fondo tampoco quería que Amelia se sintiera mal por su actitud. Había intentado prestarle la menor atención posible esos días, quizás porque parecía reducir un poco ese sentimiento de culpa que la reconcomía por dentro, pero si Virginia se había dado cuenta de ese cambio anímico en la morena debía haber sido porque era más que evidente. Miró el reloj de la pared y expulsó el humo.

— Yo a ti te mato — dijo Virginia entrando apresuradamente, hecha una furia, y acorralándola contra la pared.

— ¿Se puede saber qué te pasa? ¿Te has vuelto loca o qué?

Se apartó y lanzó el paquete encima de la mesa.

— Ahí tienes, tu paquete.

— ¿Y esos modales? Luego dices de mí.

— No, si encima la víctima serás tú. — dijo indignada.

— ¿Puedes dejar de atacarme un segundo y decir lo que se supone que he hecho?

— Me han parado los de la secreta y he tenido que abrirlo delante de ellos.

— ¿Y qué? ¿Les ha gustado la ropa? — dijo con una media sonrisa.

— ¿En serio me haces ir a la otra punta de Madrid para recoger ropa? ¿Tanto secretismo para esto? ¿Tú sabes lo mal que lo he pasado pensando que me habían pillado con algo gordo?

— Pero si dije que no te pondría en peligro. —se encogió de hombros. — Además, ¿cómo iba a saber yo que te iban a parar?

Virginia resopló con rabia.

— ¿Para qué la necesitabas con tanta urgencia?

— Tengo que ampliar el fondo de armario.

— ¿Y no podías ir tú a por ella?

— Mientras tú estabas con eso yo he ido a Correos a recoger las cartas para el nuevo consultorio que quiere publicar Marta, si conoces la manera de estar en dos sitios a la vez dímelo para la próxima.

Y la tensión del momento se vio interrumpida por la puerta, que se abrió de repente.

— Perdón, pensaba que estabas sola.

— Tranquila, Amelia, solo he venido a comentarle una cosa de los horarios. — le dijo Virginia con un tono mucho más amable, pasando de 100 a 0 en cuestión de segundos. — Os dejo con lo vuestro. — le echó una última mirada malhumorada a Luisa, aprovechando que por el ángulo Amelia no podía verla, y salió de allí con una sonrisa.

Amelia le sonrió también y se sentó en la silla.

— ¿No saludas?

— ¿Ahora quieres que te salude?

Luisa suspiró, apagó el cigarro y se acercó hasta su mesa.

— Lo siento, estos días he pagado mis problemas contigo y no debería haberlo hecho.

La morena levantó la vista, sorprendida por sus palabras y al mismo tiempo aliviada por no tener que ver con su cambio de actitud como había estado pensado todos esos días.

— ¿Ya te encuentras mejor?

— Sí, más o menos sí. La cuestión es que me he portado fatal y no te lo merecías.

— Creía que estabas así por mi culpa.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— No sé...

House of cardsWhere stories live. Discover now