Capítulo 35: Alianzas

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— ¿Qué achicoria estará peor esta o la de la redacción? — le dio un sorbo antes de emitir su veredicto. — Definitivamente la de la redacción.

— Por eso yo voy desayunada de casa. — dijo Virginia mientras se sentaba en una silla.

— Algunas necesitamos más de una durante el día para rendir.

— A lo mejor si hicieras un esfuerzo por intentar dormir mejor... no sé cómo no tienes unas ojeras que te lleguen al suelo.

— Genética, supongo. — se sentó también. — Pero vamos a dejar ya el tema del descanso, por favor. — no fue una orden, sino más bien una súplica. — ¿Qué me querías decir?

— Hugo llamó anoche a casa de los Ledesma para confirmarles que puede irse con ellos el sábado a pasar el día al lago.

Luisa se quedó callada y en su cabeza resonaron las palabras que Amelia le dijo la primera vez que la llevó allí.

"Me gusta venir aquí. Me trae paz."

— Es el sitio donde os hizo las fotos, ¿no?

— Sí, sé dónde es... estaba pensando en otra cosa.

— ¿En qué?

— En si le habrá invitado Amelia.

— Pues no lo sé, pero de haberlo hecho no tienes de qué preocuparte. — Luisa la miró sin entender por dónde iba. — Ayer me dijo que le ha rechazado.

— No pensarás que lo he dicho por celos. — dijo a la defensiva.

— Eres tú la que ha usado esa palabra, no yo. — la rubia rodó los ojos y Virginia sonrió por haberla pillado. — No hace falta que te pongas así, es algo normal.

— Puede ser un buen momento para entrar en su casa pero mientras tanto sigue pendiente, no vaya a ser que a última hora se cancele el plan o se eche para atrás.

Ahora la que rodó los ojos fue Virginia porque ya estaba otra vez cambiando de tema cuando le convenía, aunque en realidad le hacía gracia ver esa parte de Luisa. Intentaba hacerse la dura pero no podía disimular la influencia que Amelia seguía teniendo sobre ella.

— No seas pájaro de mal agüero que yo ya estaba celebrando el no tener que coincidir con él.

Luisa rio y volvió a beber.

— Oye, ¿sabes quién es Antonio Ramírez?

— Es un amigo de mi familia de toda la vida.

— Es que Amelia estuvo un buen rato hablando con Pelayo y fue lo poco que pude sacar, la perspectiva no era la mejor para leerle los labios.

Su compañera se quedó pensativa.

— Ha tenido que ser cosa de Leonor, le habrá dado el nombre.

— ¿Y para qué?

— Supongo que para desviar la atención sobre lo de Fede... de todas formas le preguntaré a un amigo mío par asegurarme. — la miró. — Y tú ya podrías sugerirle otro sitio al que ir, ¿no?

— Dime alguno en el que se coma mejor por ese precio.

No pudo rebatirla porque no conocía ninguno. Irónicamente la buena mano de Manolita en la cocina ahora jugaba en su contra.

— Pues piensa algo, pero no es conveniente que se pase todos los días por allí.

— Lo intentaré pero no te prometo nada. — se cubrió las espaldas. — También hemos hablado de ti. — Luisa apartó la mirada, incómoda. — Me ha dicho que cuando acabe las prácticas se buscará otro sitio para no coincidir contigo.

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