Capítulo 29: Desencuentros

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Estaba entrenada para manejar la presión pero no para lidiar con lo que sentía cuando se cruzaba con Amelia. Ese efímero intercambio de miradas había conseguido que el estómago le diera un vuelco, que el corazón se le acelerara sin pedir permiso y que su coraza pesara más de lo habitual. Era la primera vez en su vida que alguien le provocaba algo así y por mucho que le costara admitirlo le daba miedo. Temía que sus sentimientos por Amelia se convirtieran en una debilidad y echaran a perder todo por lo que había estado luchando durante años. La lógica le decía que la solución era alejarse pero era demasiado tarde. Ya no podía hacerlo y mucho menos con Sara trabajando en la redacción. Virginia podía ayudarla con la misión, pero de Sara solo podía ocuparse ella.

Tenía una pequeña esperanza en que la reunión con Leonor sirviera para que Amelia aparcara el tema de Fede, pero conociéndola como creía que la conocía lo dudaba mucho. Lo que más nerviosa la tenía de todo ese asunto no era precisamente ella misma, sino la propia Amelia y Sebastián. Ella se estaba metiendo en la boca del lobo y él estaba también implicado y por nada del mundo quería que se viesen salpicados por sus decisiones y sus errores.

Terminó de limpiar los ventanales y después se puso a barrer la puerta, al menos así hacía algo de utilidad.

— Disculpa, ¿tienes un momento?

Luisa se giró y no pudo evitar rodar los ojos al ver el ramo de flores que llevaba en la mano.

— Sí, claro.

— Quería hablarte de Amelia, el otro día vi cómo discutíais y –

— No sé qué te habrá contado tu amiga — dijo ese amiga a conciencia. — pero lo que pase entre nosotras creo que no es asunto tuyo.

— Yo creo que sí que lo es. No pienso permitir que le hagas daño ni que la metas en problemas, así que aléjate de ella.

— ¿Perdón?

Lo que me faltaba, que este viniera a decirme lo que tengo que hacer.

— Lo que acabas de oír. Ándate con ojo si no quieres salir escaldada.

— ¿Me estás amenazando?

— Solo te advierto.

— Ya... ¿y quién eres tú para advertirme?

— Un reputado hombre de negocios con muchas influencias y su futuro marido.

Luisa no hizo ningún esfuerzo por contener la risa.

— Qué raro, no me consta nada acerca de vuestro supuesto compromiso. — se cruzó de brazos.

— ¿Y por qué deberías de estar informada? Al fin y al cabo no eres nadie.

— Soy su jefa así que deberías mostrar un poco de respeto.

— No por mucho tiempo. En cuanto acabe las prácticas me aseguraré de que no vuelva a pisar esa redacción de tres al cuarto.

— Vaya... para ir dando lecciones por ahí qué poco te aplicas el cuento. Estoy segura de que a Amelia le encantará que la quieras apartar del trabajo que tanto le apasiona.

— ¿Y tú qué sabes sobre lo que quiere o no Amelia?

A ti desde luego que no.

— Quizás deberías de poner un poco más de atención.

Y en ese momento la miró con una rabia fuera de lo normal, tan fuerte que hasta la descolocó porque tampoco le había hecho nada como para que la odiara de esa manera.

— Aquí tienes el re - — Benigna se topó de frente con él y él hizo una mueca de desprecio antes de irse con sus aires de grandeza al edificio de los Ledesma. — ¿Te estaba molestando?

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