Capítulo 27: Alternativas

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Lo primero que hizo al acabar su turno fue dirigirse a una cabina telefónica. Tener a Sara merodeando por la redacción era de todo menos bueno, ya no solo por sus rencillas personales y por la misión, sino también por las consecuencias que aquello podía tener para Amelia. Estaba segura de que en cuanto la conociera la iba a poner en su punto de mira y, sabiendo las intenciones de la morena de investigar sobre la detención de Fede, era el peor momento para tener detrás a un perro de presa.

Metió las monedas y marcó el número del despacho consciente de que iba a ser muy difícil convencerle, y que aún haciéndolo Sara podía irle con las quejas a su padre y que obligara al comandante a revocar su decisión, pero no podía quedarse de brazos cruzados. Tenía que intentarlo todo para que Sara no siguiera allí ni un minuto más.

Comandante Martín-Cuesta al habla, dígame.

— Comandante soy yo, Luisa Gómez.

Vaya, ¿a qué se debe tu llamada? ¿has recibido ya los refuerzos?

— Sí y quería agradecerle el gesto pero creo que no es necesario.

Pensaba que quedarías satisfecha con la decisión, al fin y al cabo es quitarte trabajo.

— Lo sé, y de verdad que lo aprecio, pero la redacción no es tan grande como para requerir otro agente más.

Lo siento, Gómez, pero no estoy de acuerdo. La agente Martín está muy capacitada para ayudarla e insistió mucho en que la destináramos allí.

— Pero –

Estoy ocupado, Gómez. Si no precisas conversar de otro asunto tengo que colgar.

Luisa suspiró.

— No, eso era todo, comandante.

Aprovecha la ayuda y céntrate en lo que nos ocupa.

— De acuerdo, perdón por las molestias.

Nos vemos en la próxima reunión.

Colgó el teléfono y se contuvo las ganas de golpear el lateral de la cabina por no llamar la atención. Miró a ambos lados para asegurarse de que Sara no la estaba siguiendo y fue al piso, donde la esperaba Virginia. Había que acelerar el acercamiento con Amelia, a ser posible que coincidieran ese mismo fin de semana.

— ¿A qué vienen estas prisas de repente? El otro día te pareció bien esperar hasta que volviera a la redacción.

— Ya, pero es que cada día que pasa Amelia se puede estar metiendo en más problemas.

— Desde que habló con la madre de Fede no ha hecho más movimientos extraños.

— Virginia, por favor...

— ¿Prefieres mandar el plan al garete?

— Prefiero que el plan se haga rápido y bien.

— Ya, y yo quiero ser millonaria y estar en un guateque en la playa en vez de metida en este jaleo. — Luisa se cruzó de brazos. — Dime la verdad, ¿qué es lo que pasa?

Luisa resopló y se sentó.

— Me desespera no poder hacer nada, me siento una inútil.

— No eres una inútil por asumir un rol secundario durante unos días. — vio que seguía contrariada. — Entiendo que te resulte complicado, pero no podemos arriesgarnos a cometer un fallo.

— Solo te estoy pidiendo que pruebes a forzar un encuentro fortuito con ella este fin de semana. Si luego ves que nos va a perjudicar no lo hagas, pero al menos inténtalo. —la miró. — Por favor.

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