Capítulo 28: Imprevistos

359 34 5
                                    

— Si que has cambiado, Sebastián. — dijo con ironía.

— Perdona, le he dicho que te citara porque he supuesto que si te lo pedía yo no ibas a querer venir.

— Mucho mejor hacerme una encerrona, claro que sí. — se cruzó de brazos, a la defensiva.

— Luisita, no te pongas así. Por favor. — le suplicó.

Y ahí estaban de nuevo los sentimientos encontrados al escuchar el diminutivo de su nombre. No le gustaba que la llamaran así porque ya no se sentía identificada con él y eso era lo peor, saber que no quedaba nada de aquella niña a la que solían llamar "Luisita". Habían pasado demasiadas cosas y ya no era la misma, Luisita nunca iba a volver y no le ayudaba en nada recordar constantemente todo aquello que Luisita tuvo pero que Luisa jamás volvería a tener.

— ¿Qué es eso tan urgente? — de pronto su cabeza la hizo ponerse en lo peor y se despegó del muro. — ¿Le ha pasado algo a...?

— No, no, tranquila. Todos están bien. — Luisa suspiró aliviada. — Quería hablar contigo sobre Amelia.

— ¿Amelia?

— El abuelo la ha puesto en contacto conmigo.

— ¿Qué? ¿Pero de qué le conoce? ¿Sabe quién es?

— No sabe quién es, pero se ha pasado algún que otro día por El Asturiano y han hablado un par de veces.

Luisa se pasó la mano por la cara y trató de recobrar la compostura.

— ¿Qué quiere?

— Preguntarme sobre Fede.

— No me lo puedo creer... — volvió a llevarse la mano a la cabeza y se puso a andar en círculos, nerviosa.

— He quedado mañana con ella, le diré que Fede colaboraba con el partido de vez en cuando. Espero que sea suficiente para que deje de lado el asunto, o al menos para ganar algo de tiempo.

— Adelante, puedes decirme que llevabas razón y que esto me queda grande.

— Si estuve en desacuerdo con tu decisión no fue porque pensara que te quedaba grande, deberías saberlo sin que yo te lo dijera. — Luisa la miró. — No te he llamado para echarte la bronca, quería advertirte porque esta vez puedo ayudarte pero a la siguiente no sé si estará en mi mano hacerlo, ¿entiendes?

— Sí, claro que lo entiendo... — metió la mano al bolsillo para buscar tabaco.

— Y bueno, en el fondo me ha venido bien porque ha sido la excusa perfecta para verte.

Luisa se encendió el cigarro.

— Sabes por qué lo hago, es lo mejor para todos. — dijo evitando a toda costa el contacto visual.

— Accedí a ayudarte porque no soy nadie para decirte cómo debes gestionar tu dolor, pero no creas que es fácil seguir con esta farsa cada vez que hablan de ti y de lo mucho que te echan de menos.

— Lo sé y te estoy muy agradecida por cubrirme, de verdad. — ahora sí que la miró. — Lo único que intento es que sufran lo menos posible, si me pasara cualquier cosa...

— Ni se te ocurra decir eso, todo va a salir bien.

Luisa medio sonrió, consciente de que esas palabras eran lo que quería que pasara pero que nadie podía asegurarles que saldría viva de esta.

— Claro, todo va a salir bien.

— Y cuando todo esto acabe volverás a casa y les contarás tus andanzas como profesora en León.

House of cardsWhere stories live. Discover now