Capítulo 33

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No pasó mucho más tiempo en casa de su abuela, porque aunque allí lo tenía todo le faltaba esa pizca de magia que completaba su vida. Estuvo un par de días para despedirse de todo: de las bonitas plantas que su abuela cuidaba, de los caballos a los que le había cogido tanto cariño y del vecino, si, del chico guapo de ciudad que era un par de años mayor que ella.

—No puedo creer que ya te vayas —tomó su mano—. Justo cuando nos estábamos empezando a llevar bien, ¿eh?

—Volveré los fines de semana, suelo hacerlo —se encogió de hombros.

—Tú sí, pero yo no. Lo único bueno del campo es que estás tú, a mí todo lo demás ni me gusta ni me interesa —resopló—. Así que... Tal vez podrías decirme donde vives en la ciudad y podría pasar a visitarte.

—¿Y por qué querrías venir a visitarme? —enarcó una ceja.

—Porque eres guapa, Layla —sonrió de lado—. Habría que estar loco para no fijarse en ti.

—Gracias —sonrió también, pero algo incómoda—. ¿Ya te dije que tengo novio?

Él parpadeó perplejo. ¿Desde cuando eso se había vuelto un inconveniente? Había estado con chicas de su edad que sus novios no le daban lo que él podría darle, quizá tenía que hacerle saber eso a la adolescente.

—Pero con tu novio vas agarrada de la mano y os dais besitos en las mejillas, yo puedo hacerte más que eso —el tono seductor que usó puso en alerta a Layla, al parecer había cosas que no sabía y que tampoco se molestaría en explicarle—. Un hombre mayor siempre es la mejor opción, así que aquí me tienes completito para ti.

Fue su turno de reír, le hacía gracia que quisiera ligar con ella de una forma tan cutre. ¿Realmente se pensaba que con eso alguna chica caería?

—Mira, guapo, voy a darte la razón en eso de que un hombre mayor siempre es la mejor opción —asintió con la cabeza—. No tengo un novio de mi edad, ni tampoco de la tuya, es bastante más mayor y créeme que no solo me agarra de la mano y me da besitos en las mejillas, también me ha enseñado el arte del sexo como tú no podrías hacerlo. No intentes ponerte a su nivel porque ya te digo de anticipo que no vas a poder.

—¿Tus padres lo saben?

—Es amigo de mis padres —respondió, burlona.

Él se quedó sin habla durante unos minutos, ¿cómo debía de tomarse eso?  Básicamente lo acababa de rechazar diciéndole que ya tenía a alguien mucho mejor y que era amigo de sus padres, su plan iba de mal en peor.

—Te estás follando a un viejo.

—La que puede, puede —sonrió de forma socarrona.

No esperó respuesta, el coche de su padre estaba aparcado delante de la casa de su abuela desde hacía ya unos minutos y no quería hacerlo esperar, además de que el chico se estaba haciendo un pesado y no iba a seguir dándole explicaciones. Christopher la observó con una ladeada sonrisa al verla llegar, poco después se despidió de su madre y dejó que Layla también lo hiciera.

—¿Por qué no ha venido mamá? —preguntó una vez que estaban los dos en el coche.

—Porque estaba dormida y no quise despertarla, estos últimos días se siente muy agotada, el bebé empezó a darle patadas en la barriga y bueno... Es Cyara, podrá con ello.

—Motivo treinta y dos por el cual no quiero tener hijos.

—¿Y cuáles son los otros treinta y uno? —interrogó, burlón.

El viaje de vuelta a casa fue suficiente para que Layla le explicase a su padre todas las razones por las que no quería tener un hijo, por supuesto que mencionó el problemita de ayer sin entrar demasiado en detalles. Su padre concluyó la conversación diciéndole que era dueña de su cuerpo y que nadie más que ella misma podría tomar decisiones sobre él, que no le hiciera caso a la sociedad ni mucho menos a su pareja porque la presión era una mierda y a veces por ella se tomaban decisiones equivocadas.

—Quiero quedar con Erick esta noche, ¿puedo?

—¿Me estás pidiendo permiso a mí? —soltó una risa.

—Claro, ¿a quien más iba a pedírselo?

—A tu madre —se encogió de hombros—, por mi no hay problema, ya dejé las cosas muy claras con los dos. Y por lo visto, ahora tampoco tengo que preocuparme por un embarazo no deseado así que es un punto a favor.

—Eres el mejor padre del mundo —besó su mejilla de forma sonora y sacó su teléfono para llamar a Erick y preguntarle sobre lo de esa noche—. ¿Hola? No, Erick... No quiero eso, está mi padre al lado escuchando la conversación... Solo quería saber si estabas libre esta noche, así podríamos quedar y tal.

Escuchó atenta la respuesta del pelinegro y se sonrojó por completo, mirando a su padre apenada.

—No haré tal cosa, nos vemos por la noche...

Carraspeó, incómoda, y cortó la llamada antes de que pudiera decir alguna estupidez más.

—Ni se te ocurra salir de casa sin bragas, Layla —advirtió su padre—. Si eso ya te la quitarás adónde quiera que vayáis.

—¡Papá! —chilló avergonzada—. Basta, por favor, basta... Solo saldremos a cenar.

—Si, a cenaros el uno al otro... —ironizó, sabiendo que eso le molestaría más, eran los privilegios de conocerla tan bien.

—Yo me retiro de la vida —se llevó una mano a la frente soltando un largo suspiro.

Lujuriosos PensamientosWhere stories live. Discover now