Capítulo 42

1K 112 25
                                    


Cyara se llevó una mano al abultado vientre, apretando sus labios, no era un buen momento para que volvieran las falsas contracciones. Tenía algo que aclarar con su hija y no podría hacerlo si su aún-no-nacido-hijo estaba dando problemas dentro de su barriga.

—Christopher, vete —pidió, dándole una mirada al hombre que la miraba—. Es algo de lo que tenemos que hablar nosotras dos a solas.

—¿Por qué? ¿Es qué él no lo sabe? —preguntó Layla, soltando una risa sarcástica—. Papá, tu excelente novia y madre de tus hijos se acostaba con mi novio, lo del trío seguro que ya lo sabes porque has sido partícipe, ¿no? —lo miró con una ceja alzada—. Aunque no me sorprendería que fuera con otro hombre porque es una...

—Atrévete a decirle algo a tu madre y me encargaré de que no te queden ganas de volver a hacerlo con nadie.

—¿Vas a castigarme? —se burló—. Ya no funciona, papá, ahora me gustan otro tipo de castigos y no creo que tú puedas dármelos. Aunque cosas más raras se han visto, por supuesto, ya nada debería de sorprenderme.

Su padre, con el ceño fruncido, estaba a punto de saltar de nuevo pero la rubia no se lo permitió.

—¡Ya basta! —exclamó—. Tú, vete a tu habitación y tú vete también a la nuestra, quiero tener una conversación normal con mi hija... Después la tendré contigo.

—¿Ves? Te ha engañado —sonrió de forma amarga antes de subir apresurada las escaleras para irse a su habitación.

Cyara dejó escapar un suspiro mientras lo miraba y negaba con la cabeza, no había nada que él no supiera ya, su historia ya tenía unos años y ya no había más vueltas que darle.

—Te dije que esto pasaría tarde o temprano —murmuró por lo bajo, sintiéndose más culpable que nunca.

—Tú no tienes la culpa de nada, ángel —depositó un beso en su frente—. No tienes que darle explicaciones si no te sientes preparada.

—No tengo pero es lo mínimo que puedo hacer, es su novio... Se aman y no quiero que por mi culpa todo se vaya a la mierda.

—Hey, hey —negó con la cabeza, llevando sus manos a su barriga para poder acariciarla—. Nada de estresarse, ni agobiarse, ni nada... No solo te afecta a ti, también a Leyner.

—Lo sé —suspiró, descansando su cabeza en el pecho de Christopher, necesitaba un poco de calma antes de la tempestad.

Estuvo así unos minutos, con él susurrándole cosas tranquilizadoras mientras repartía caricias por su vientre. La paz mental que eso le transmitía era inexplicable, fue la fuerza que necesitó para subir las escaleras e ir a la habitación de su hija para dejarle las cosas claras. Ni siquiera tocó la puerta como solía hacerlo siempre, simplemente entró y cerró tras su cuerpo; se acercó a la cama y se sentó en el borde de esta.

—Lo siento —soltó, jugando con sus manos en su regazo—. Era joven, no tanto como tú, pero mucho más inexperta. Christopher no solo me abrió las piernas, también me abrió los ojos a una realidad que me fascinó. Quise comerme el mundo de un bocado... Exploré conmigo misma, con otros hombres y incluso con mujeres, viví mi sexualidad de forma extrema. No pensé que eso me traería problemas en el futuro.

—¿Lo sientes? —el sarcasmo era más que notable en su voz—. Tú no sientes nada, ¿por qué habrías de sentirlo? Ahora entiendo porque tanto molestaros en que él y yo no tuviéramos nada.

—No uses ese tono conmigo, Layla —advirtió—. Creo que te hemos dado demasiada libertad ¿y ahora nos lo pagas así? Nuestra intención era cuidarte y protegerte, este insignificante detalle es lo de menos.

—¡Te has follado a mi novio!

—¡Hace años, Layla, hace años!

—Joder, eres mi madre, no entiendo como no te puede dar vergüenza.

—Soy tu madre —asintió—. Y no sabía que vosotros llegaríais a tener algo, de lo contrario jamás me habría acercado a él. Puedo ser muchas cosas pero nunca las que tú insinúas.

Layla apretó sus labios, quizá si se había pasado un poco, desquitarse con su madre no era la mejor opción. Se sentía dolida, claro, pero ambos tenían razón al decir que había sido hace años, que no sabían lo que les esperaría en un futuro.

—No es eso, mamá... Es que yo me siento tan impotente —soltó, llevándose las manos a la cara—. No quise insinuar que eras una puta ni nada parecido, soy yo la que debe disculparse... Erick tiene razón, nos parecemos demasiado, no es algo que en realidad me extrañe mucho. Se veía venir, ¿no?

—Hey... —llamó su atención—. Él te ama, tú lo amas a él. No quiero que el pasado sea un problema, no debería de serlo, y menos cuando se trata de mi... ¿Erick y yo? ¡Puaj! Si ya tengo a un hombre mucho mejor que él.

—¡Oye! No compares a mi padre con mi novio —se indignó—. Es más guapo y se conserva mejor.

—Es más joven que tu padre —resopló—, lo de más guapo es discutible, a mi me gusta más Christopher.

—Sería raro que yo dijera que también me gusta más Christopher, es mi padre —rodeó los ojos con diversión—. Aunque... Es mi padre, claro, y yo al ser su hija heredo sus genes.

Fue el turno de Cyara para rodear los ojos, al menos se había disipado un poco la tensión que había entre ambas. No quería llevarse mal con su hija, no después de todo lo que habían pasado juntas. Pudieron bromear un poco más acercar de lo que anteriormente era un problema, la rubia se sintió aliviada y no tardó en envolverla con sus brazos y musitarle un sinfín de disculpas.

—Todo está bien, mamá —aseguró ella—. Ya sabes que me gusta dramatizar y exagerar las cosas... Podré con esto, solo necesito un poquito de tiempo porque es raro. Es como si ya te hubiera probado a ti y ahora quiera hacerlo con la versión renovada.

—Intentaré no sentirme ofendida —se mofó.

—Es broma...

Pero si quieres no es broma.

—Entre nosotros nunca hubo nada, quiero que te quede claro, al igual que tampoco engañé a tu padre ni nada similar.

—Ahí me pasé —se rascó la nuca—. No sé cómo hablar de esto con papá.

—No tienes que hacerlo, yo me encargo de tu padre —le guiñó un ojo de forma divertida—. Tú céntrate en lo tuyo, prometo que no te regañará por lo de hoy ni tampoco por lo de ayer.

Ahí Layla sintió el verdadero terror.

¿Había dicho "lo de ayer"? ¿Es que acaso ya sabían lo que había sucedido ayer?

—Por tu cara me imagino que no te has enterado... La madre de Carla me informó de que ayer estuviste con ella en su casa, que os dejaron solas y que tuvisteis la brillante idea de beberos una botella de vino entre las dos.

—En realidad me la bebí yo casi toda —admitió, avergonzada—. Lo siento mucho, no volverá a pasar.

—Te lo puso por esta vez porque sé que lo mío tampoco estuvo bien, sin importar que fuera hace muchos años, pero que no se repita... No quiero que te vuelvas una alcohólica —la apuntó con su dedo índice de forma acusadora.

—No, mamá, yo no seré como él —suspiró, dejándose caer sobre el regazo de su madre, aceptando los mimos que esta le dio.

Lujuriosos PensamientosWhere stories live. Discover now