Extra Navideño

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Erick

La sonrisa tonta que se me dibuja en los labios mientras la miro desvela lo que mis pensamientos callan. Su corto cabello se movía con el viento en cada paso que daba en mi dirección, su jersey de rayas amarillas que tanto critiqué esa mañana tenía pinta de ser cálido, pero no tanto como mis brazos. La naturaleza le apasionaba, cada fin de semana me lo demostraba, ya me estaba acostumbrando al rechinar de los caballos y a que me pidiese fotos cada dos por tres. Era guapísima, Instagram eso ya lo sabía de sobra.

—¿No tienes frío? —pregunta en cuanto llega a mí, mirándome de arriba a abajo.

—Soy un hombre caliente, Layla —señalo con ese doble sentido que ella no tarda en entender—. Tú deberías saberlo mejor que nadie.

—Joder, si que lo eres, si —acepta, rodeando mi cintura con sus delgados brazos y apoyando su cabeza sobre mi pecho, los latidos de mi corazón aceleran de inmediato y sé que ella lo nota por la manera en que sonríe. Envuelvo su cuerpo con los míos y le beso la frente después de dejar su pelo por detrás de sus orejas, todavía se me hacía raro mirarla y verla con el pelo corto.

¿Una ventaja?

Ella se veía hermosa con todo, al tenerlo más corto dejaba a la vista las facciones de su bonita cara, lo que me provocaba querer comerla a besos todo el tiempo.

¿Una desventaja?

No podía enredarlo en mi muñeca y tirar de este cuando la ponía en cuatro. Algo que a ambos nos gustaba bastante hacer y que ella se cobraba más tarde tirándome del pelo cuando me perdía entre sus piernas.

—¿Sabes a dónde vamos a salir esta noche? —cuestiona, levantando la cabeza para mirarme. Su mirada verde aceituna choca con la mía, de tonalidades parecidas,

—Hoy es Navidad, vainilla. —Le recuerdo.

—¿Y?

—Se supone que es un día en el que se queda con la familia... ¿No?

—Erick, eso es del siglo pasado. —Se burla—. Ahora la gente sale a discotecas a pasárselo bien con sus amigos.

—Ah —asiento con la cabeza—. ¿Eres consciente de que uno de mis amigos es tu padre?

—¡No vamos a salir con tus amigos!

—¿Y con los tuyos si? Oye, eso me parece un poco injusto, ¿no lo crees? —entrecierro los ojos mirándola, si había algo esencial en nuestra relación eran los dramas.

—Injusto —repite irónica—. Injusto es que quieras traer a mi padre a la discoteca sabiendo que voy a beber.

—¿Y? —repito lo que ella me dijo hacía apenas unos minutos, ganándome una mala mirada de su parte—. Tus padres cuentan con nosotros para la cena de Navidad.

—De eso te encargas tú, ¿verdad? —sonrió con esa falsa inocencia que yo tan bien conocía—. Carla va a venir a por mi, tú puedes hablar con mis padres y decirles que nos han surgido otros planes.

—Layla...

—Por favor...

—Son tus padres no los míos.

—Ya, pero si yo les digo que prefiero salir a la discoteca con mis amigos en lugar de quedarme en casa no se lo van a tomar bien, ¿no?

Como toda joven quería salir a pasárselo bien, no iba a impedírselo yo ni mucho menos. Si quería salir con sus amigos, saldría con sus amigos. Yo ya había pasado por eso, ni siquiera el especial de Navidad en Moleko era lo mismo, me jodía admitir que los años me estaban pasando factura.

Lujuriosos PensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora