Capítulo 38

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Los recuerdos de esa noche le hicieron sonreír, ahora si podía decir con seguridad que era su novio y no el chico con el que follaba. Nunca había pensado que eso de ponerle etiqueta a la relación se sentiría tan bien.

El verano nunca es eterno, dura lo que tiene que durar, por eso que a mediados de septiembre parece que la magia se desvanece.

Pero lo suyo no era uno de esos amoríos de verano, su relación iba a perdurar porque así lo habían decidido, no buscaba ese amor de instituto con el que había soñado tanto al leer historias clichés en Wattpad. Lo tenía a él, al hombre que la alejaba de la realidad y la hacía volar por el infierno, no necesita más besos que los suyos, más caricias que las suyas, ni mas suspiros en su oído por las noches.

Tomaron su mejor decisión.

Decidieron quererse.

—¿Y cómo se lo han tomado tus padres? —Carla, una de sus mejores amigas desde que decidió tomar distancia con los de toda la vida, se había cambiado de instituto ese año debido al trabajo de su madre, jugaba con ventaja que ya se conocieran de antes.

—Quiero creer que bien —chasqueó Layla—, al menos ahora.

—Mis padres no me dejarían salir con alguien que me llevara tantos años, me echarían de casa... ¡No! Me enviarían a un colegio de monjas, yo lo veo.

Layla estalló en carcajadas, conocía a su madre, siempre le vendía libros en la librería y tenía que admitir que la veía capaz de hacer algo así. No le dejaba a su hija leer romance juvenil porque sabía de que trataban siempre esas historias, lo que no sabía era que ya tenía Wattpad en su teléfono desde el verano pasado y no necesitaba comprar ningún libro erótico.

—¿Sabes? Te envidio —admitió.

—¿A mi? ¿Por qué razón?

—Por poder salir con quien amas sin que tus padres opinen al respecto.

—Yo sí que te envidio a ti —arrugó su nariz, cruzándose de brazos—. Ya me gustaría a mi poder tener las tetas que tienes.

—Y vuelta al tema... —rodeó sus ojos con diversión—. Créeme que tener las tetas grandes no es ningún beneficio, ¿no ves que me miran como un trozo de carne? Detesto a los adolescente hormonales.

Su amiga la miró con una sonrisa en los labios, no es que detestara a los adolescentes hormonales, es que eran los chicos quienes la miraban y no las chicas. Su amiga era buena ocultando su orientación sexual pero ella era muy observadora y había detalles que la delataban. Por supuesto que no hizo ningún comentario al respecto, ya se lo contaría cuando tuviera la confianza necesaria y se sintiera cómoda con el tema.

—¿Tu novio vendrá a recogerte en la salida?

—Espero que no, le dije que me quedaría contigo en la biblioteca, probablemente pase a buscarme mi madre cuando salga del trabajo.

—Llámame loca pero yo creo que va a venir —le guiñó un ojo antes de entrar al aula en donde tenían su última clase del día; plástica.

Layla dibujando era malísima pero era peor con las lenguas, había tenido suficiente francés los dos años anteriores y este había optado por el dibujo. Por suerte se llevaba bien con el profesor y con cualquier pequeña cosa conseguía buena nota, incluso hablaban mucho de cine y literatura juntos, era un hombre inteligente y con una filosofía de vida muy interesante.

Se pasó la hora preguntándole a su amiga cuanto faltaba para que la clase se terminara, solo dibujó en su bloc un par de sombreados para no dejar la hoja en blanco. Cuando por fin sonó el timbre fue de las primeras en recoger todo y salir con la mochila colgando de su hombro.

Lujuriosos PensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora