Capítulo 39

1.1K 108 13
                                    


—Y terminó de rodillas, haciéndome un oral, como si no estuviéramos en la jodida biblioteca —relató, tomando el vaso del que estaba bebiendo su amiga y llevándolo a sus labios para vaciar el contenido dentro de su boca.

—Solo os faltó follar contra las estanterías —pinchó ella, con una sonrisa burlona en sus labios—. ¿Por qué pones esa cara? Te gustó y a él también, no veo el problema...

—Quería devolverle el favor —gimoteó, frustrada—. Ansiaba ponerme también de rodillas y chuparle la polla, pero eso a mi no me gustaba... O, bueno, no me gusta. ¡No lo sé! Solo sé que en ese maldito momento era lo que más quería.

—Por Dios, Layla —su amiga le quitó el vaso de la mano, quizá no había sido una buena idea ponerse a beber—. No puedes agobiarte por un tema sexual.

—Si que puedo y lo estoy haciendo —desafió—. Quiero chuparle la polla.

—Vale... —chasqueó su lengua contra su paladar—. Creo que has bebido demasiado y que eso está afectándote. No hay nada de malo en que quieras hacerlo pero deberías de decírselo a él y no a mi.

—No tengo una muy buena experiencia con eso de la mamadas —arrugó su nariz—. Pero creo que tienes razón, quizá debo decírselo... Ay, es que de solo pensarlo se me hace la boca agua y...

—Stop, para, suficiente —interrumpió Carla—. Los deseos sexuales a tu novio, ahora tenemos que buscar una solución para que se te baje la borrachera, mis padres no vendrán hasta mañana pero no te conviene estar en ese estado.

—Llama a mi padre, él sabe de todo y siempre tiene buenos consejos, una vez me enseñó a quitarme los chupetones así que esto será una misión sencilla para él.

—No voy a llamar a tu padre —dejó claro, ese hombre le intimidaba y no quería darle explicaciones de cómo su hija había terminado borracha en su casa.

—Pues a mi madre tampoco que sé que te gusta.

—¿Qué? No, ella no...

—Shh, no te excuses —puso su dedo índice sobre sus labios para hacerla callar—. Mi madre está buenísima, lo raro sería que no te gustara.

Carla sacudió ligeramente su corto cabello, intentando pasar por alto el rubor en sus mejillas, sentía que su amiga acababa de descubrir el secreto que tanto había intentado ocultarle al mundo, pero no le dio demasiada importancia pues con el nivel de alcohol que corría por su sangre lo normal era que se olvidara de ello al día siguiente. Le quitó el teléfono para llamar a ese alguien que debería de estar con ella, no necesitó recordar el nombre de su novio porque tenía un par de notificaciones suyas.

—Layla, te llamé dos veces en lo que llevamos de noche y también te escribí por WhatsApp, ¿estás bien? ¿Ha pasado algo? —la preocupación en su voz era notable, eso le hizo sonreír.

—Soy Carla, la amiga de tu novia, ella ha bebido bastante y se encuentra en una crisis existencial. Creo que llamarte a ti sería mejor que llamar a sus padres —vaciló, esperando que él no las regañara por la estupidez que habían cometido.

Se quedó en silencio unos segundos, pellizcándose el punte de la nariz y maldiciendo de forma interna. Finalmente, dejó escapar un suspiro y le pidió la ubicación, estaba decidido a ir por ella.

Carla cortó la llamada y no tardó en enviarle la ubicación en tiempo real, seguro que tardaría menos de media hora en llegar. Cuidó de Layla mientras tanto e intentó no tocar el tema del amor ni del sexo, estaba que caía ella sola, por lo que no se levantó del sofá. Ella miró la botella de vino vacía que le había robado a su padre, esperaba que no se diera cuenta en cuanto regresara a casa porque podría traerle problemas.

Lujuriosos PensamientosWhere stories live. Discover now