25. Idiota

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El miércoles siguiente, establecido como uno no laborable, Miguel se levantó temprano para ir de compras por los ingredientes faltantes para preparar una deliciosa "sopa seca" como siempre le gustaba comer en su tierra natal. Esa comida era tradicional en su familia; siempre que surgía algo importante recordaba que le preparaban dicho alimento; ciertamente, incluso era bueno para levantarle los ánimos; justo lo que el peruano necesitaba ahora.

Desde hace unos pocos días en que conoció a la novia de Pedro, Miguel estuvo pensativo en lo que haría de ahora en adelante. Todavía le faltan meses antes de que termine su pasantía en México; quedarse en otro lugar conllevaba gastos extraordinarios y pérdida de tiempo innecesaria. Él no tenía mucho tiempo libre entre sus clases y trabajo; además consideraba que sus problemas sentimentales no valían irse a otro lugar que muy seguramente lo perjudicaría en muchos aspectos. 

Al picar las zanahorias en rodajas pensó en su mejor amigo; pero de inmediato descartó la idea de irse a vivir con él. Martín estaba teniendo problemas con Emily; interrumpirlos solo agravaría su problema.

Suspiró cansino.

Quizás debía soportar todo hasta que pueda regresar a su país. Sería doloroso y agotador pero no tenía de otra. En verdad los problemas sentimentales lo estresaban.

Echó las verduras al concentrado de sopa, y llevó los trastes utilizados para lavarlos.

"¿Cuánto tiempo me llevará desenamorarme?" Pensó recordando la única vez que estuvo enamorado de una persona.

"Con Andrew me tomó unos meses; quizás también solo sea cuestión de tiempo para olvidarme de Pedro."

Estaba enjuagando los servicios cuando sintió como unas manos tocaban su trasero por detrás.

" ¿Qué?"

Los masajes en sus glúteos cesaron de inmediato para luego adentrar aquellas manos por debajo de su camiseta tocando su abdomen; Miguel giró su cabeza extrañado pero lo único que encontró a cambio, fueron unos labios que lo apresaron aprovechando la oportunidad.

El beso fue como otros, apasionado y demandante. Las manos del mayor jugaron con sus pezones apretándolos y haciéndolos rodar con sus dedos. Miguel se estaba sumergiendo en el placer del beso y los toques; añadiendo a su vez, que repentinamente sintió la dureza de Pedro sobre su trasero. Sin embargo, cuando una mínima luz de cordura atravesó su mente, despegó sus labios de los contrarios y se alejó de él.

Con la respiración agitada le dedicó una mirada afilada y desconcertada a su rommie.

—Pero, ¡¿Qué rayos te sucede?! —inquirió exaltado con un millón de cosas atravesando su mente.

—¿Qué? —Pedro frunciendo su ceño se acercó un paso a lo cual Miguel retrocedió otro.

El más alto se volvió a acercar tomando la cintura ajena para atraerlo nuevamente a sus labios; no obstante, Miguel lo empujó.

—¿Qué mierda, Miguel? —volvió a decir Pedro con la extrañeza por su actitud.

En todo el tiempo en que habían estado juntos besándose y tocándose, Miguel jamás había actuado de una manera tan arisca.

—¿Qué mierda conmigo?, ¡¿Qué mierda contigo,  Pedro?!, ¡¿Por qué me besas?!

— ¿Qué? —hizo una mueca de disgusto — ¿Por qué no lo haría? No preguntes tonterías, idiota.

—Oh, sí, tienes razón, ¿Por qué será? —Miguel empezó con sarcasmo fingido— ¡Quizás porque tienes una novia, pendejo!

— ¿Y?

Te odio pero te amo || MexPer ||Where stories live. Discover now