16. Encuentro | parte 2

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Después de aquel nostálgico momento, como mencionó en un principio, Miguel fue a cambiarse de ropa al cuarto de baño de aquella casa. Al estar en un clima cálido, el más bajo vestía un pantalón de mezclilla negro, zapatillas grises y un polo del mismo color de sus zapatillas, el cual le quedaba algunos centímetros más largo en comparación de sus chaquetas entalladas. Prefirió vestir cómodamente al reunirse con sus viejos amigos.

Acomodó perfectamente su traje formal al interior de su maletín, al llegar a su casa tendría mucho que arreglar de aquella vestimenta, pero por el momento disfrutaría el fin de semana con sus amigos mexicanos.

—Bueno, bueno, ya llegó por quién lloraban, chiquitas.—Dijo bromeando en su entrada al cuarto de comedor.

Los presentes, quienes tomaron asiento alrededor de la mesa rectangular, le observaron de pies a cabeza cuando el más bajo llegó.

—Ajá.—Sergio rodó los ojos.— Pues aquí ya está servido tu almuerzo, en el cual no me esmeré nada, pero igual debes comer.—También bromeó el castaño.

Afilando ligeramente su mirada, Miguel tomó asiento en dónde yacía servido el plato de comida y les tendió una gran sonrisa amena a sus acompañantes.

—Así que por hoy habrá frituras...

—Come lo que hay, pinche glotón.

Miguel solo extendió aun más su sonrisa.

—Bien, bien, no te pongas nenita, Sergio.—Tomando el tenedor lo insertó en una de sus papas fritas y les dedicó una rápida mirada a sus restantes amigos silenciosos que por cierto no tenían platos llenos de comida. Miguel supuso que todos ya habían almorzado, solo faltaba él. —Por cierto, ¿todos me van a acompañar en mi almuerzo?

—Sí.—Dijo de inmediato Andrew.

—Aw, son tan lindos, chicos. —Murmuró el peruano suavizando su mirada hacia los tres restantes.

—Nada de lindos, estaremos aquí también para conversar porque el tiempo nos apremia, debido a que alguien decidió llegar tarde como tiene de costumbre.—Le reprendió ligeramente el mayor de todos.

—¿Desde cuándo te has vuelto tan gruñón, Sergio?—Bufó Miguel mientras se llevaba la primera papa a su boca.

—Yo lo digo, yo lo digo. —Interrumpió Bruno.—Lo que pasa es que su novio le canceló la cita de ayer a última hora.—Dicho ésto, el menor de todos extendió una sonrisa que aparentaba inocente a Sergio.

El mencionado también bufó por el desatinado comentario pero no lo negó. Al observar aquellas reacciones, Miguel asintió con una comprensión evidente.

—Eso lo explica todo, pero ahora que nos hemos puesto a chismosear sobre la vida de los demás, ¿qué me cuentas de ti, Brunito?, ¿que ha pasado en estos últimos años en tu vida?

La emoción en la mirada de Bruno fue palpable.

—Pues lo común de personas de nuestra edad. Ingresé a una universidad, estudié lo necesario, y ahora trabajo de intérprete.

La sorpresa en la dorada mirada hizo que Miguel masticara con mayor rapidez lo que tenía en su boca, y finalizado aquello recién pudo volver a preguntar.

—¿Enserio? ¿Qué idiomas hablas?

—Dejando a un lado el inglés, también conozco el francés, italiano, alemán y japonés.

—¡Woah! Es sorprendente, felicidades, Brunito. Pero a parte de aquello, ¿tienes a alguien de pareja?, ¿te ha ocurrido algún evento fuera de lo común en tu rutina diaria?, ¿algún chisme?—Volvió a bromear.

Te odio pero te amo || MexPer ||Where stories live. Discover now