Pedro ama a Emily, Emily ama a Martín, éste a su vez ama a Emily.
¿Y Miguel?
Pues Miguel se ama a sí mismo.
Todo empieza con enredos, enredos que no necesariamente deban mantenerse. Sin embargo, hay algo de lo que sí se puede estar seguro, esto es...
—¿Por qué deberías ir? —Dijo Martín con tranquilidad, sin embargo, la molestia era notoria.
—Porque son mis amigos, nos vamos a reunir en conjunto. En sí no hay nada malo con eso.
—¿No hay nada malo con eso? — El mayor dijo sarcástico. —Ahí estará tu ex novio, es obvio que ahí está el problema. — Es ahí cuando alzó su voz, expresando así su enojo.
— ¡¿Y eso qué?! Somos amigos, no tiene nada que ver en esto, Martín.
Ambos estaban alterados, ésta era una de esas peleas donde se sabía que alguno terminaría herido.
—Deberías haberle puesto un límite desde hace tiempo, estamos casados, Emily, él es demasiado insistente y a vos al parecer eso no os molesta.
—¡¿No me molesta?! ¡¿Y qué hay de ti con aquellas amigas que aun frecuentas?! ¡Ellas también son tus exs novias!
—Ellas no son insistentes como aquel muchacho.
—Martín, no discutiré sobre ésto, iré y punto final.
— Bien. Ve.
El mayor dijo esto último con gran indiferencia y sin mirar directamente a su esposa.
Ambos se quedaron callados en ese instante, ninguno se atrevía a moverse, eso hasta que Martín se fue a uno de los sillones a sentarse mientras prendía la televisión con el control remoto.
—¿Crees que con esa estrategia psicológica tuya no iré? — Dijo la menor todavía con su molestia latente.
—Nunca os lo prohibí, vos podés hacer lo que querás.
Nuevamente estaba aquel tono indiferente del argentino.
Después de unos segundos solo se escuchó el sonido de la puerta al abrirse y cerrarse. Emily se había ido.
Martín apagó el televisor mientras con ambas manos tomaba su rostro con la frustración del momento.
Detestaba cuando ambos peleaban, sin embargo, eso era lo que últimamente hacían. A veces se preguntaba si había hecho bien al querer casarse apresuradamente.
Después de pensarlo un buen rato, agarró su celular y le marcó a Miguel.
—Martín, estoy en medio de mi trabajo.
— Tuve una discusión con Emily... de nuevo. —Susurró cansino.
Después de un largo suspiro por su mejor amigo, Miguel tomó la palabra.
—Salgo a las 6. pm, ¿Dónde nos encontramos?
Después de aquella respuesta, el mayor le dio la dirección correspondiente del lugar en que se encontrarían.
Martín necesitaba a su amigo, necesitaba el constante apoyo o los sabios consejos de Miguel.
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